La alarma
suena en España, ya no hay un proyecto del cual no se hayan desviado o perdido
algunos millones. Hoy le ha tocado a Adif y la construcción del tramo del AVE
entre Murcia y Alicante. Es que no hay manera de que los que han dirigido o han
cubierto puestos de responsabilidad en empresas o en la Administración, y hayan
mediado en la ejecución de alguna obra o infraestructura, no hayan metido la
mano. ¡Es una auténtica vergüenza!
Los altos cargos
de las empresas pringadas, siempre se encuentran bien relacionados o vinculados
con “peces gordos” de las Instituciones. Es así como se les decía antes:
<<peces gordos>>, un calificativo que identificaba a personal de
alta jerarquía en las empresas o corporaciones, y que así eran nombrados cuando
yo era pequeño. Se lo he escuchado a mis padres, a familiares, a vecinos, etc.,
siempre ha habido gente de mando que se distanciaban del pueblo por su posición
social, laboral o por su dinero. Pero ahora lo que venimos a comprender es que
esa gente “destacada”, se entiende entre sí demasiado bien. Hacen negocios
sucios, pocos transparentes y que nada interesa al bienestar de la ciudadanía. Tan
solo tiene un inconveniente para nosotros, que no para ellos, que el dinero de
su gamberreo lo ponemos entre todos. Nosotros les pagamos todos los festines,
todos sus excesos, todos los millones que amontonan en cuentas ocultas a
Hacienda, y ellos se dedican a vivir a nuestra costa.
La justicia
flaquea frente a esta capa social de mangantes, debido a los contactos
exclusivos que atesoran durante sus relaciones lúdicas: los volquetes de putas
(pido disculpas a esas señoras), las monterías y los excesos con el alcohol y
las drogas. Unas relaciones que son aprovechadas para: inflar burbujas,
traficar, blanquear, abrir empresas offshore, trabajar con ciertos despachos de
abogados especializados en burlar a la justicia, etc. También acuerdan como
quedarse con el dinero que es de todos nosotros, fijar las comisiones en negro,
desviar los dineros, financiarse ilegalmente o disponer qué jueces están
estorbando, para apartarlos de la carrera judicial.
Mientras todo
esto sucede a mi se me cae la cara de vergüenza y me enciendo de impotencia,
viendo cuan pobres y cobardes somos los ciudadanos, que permitimos todo este
choteo, porque esto es el cachondeo en su estado más sublime. Nosotros
permanecemos sentados en nuestras casas en lugar de hacer un frente pacifico
pero insistente, para exigir la condena ejemplar de todos los chorizos salidos
del armario y de aquellos que aún siendo más cobardes todavía siguen mostrando
la cara de no haber hecho nada, cuando lo saben todo, le dan cobertura a los
chorizos que tienen al lado y no tienen lo que hay que tener para denunciarles
ante las cámaras, los micrófonos y ante el pueblo.
Si seguimos como
hasta ahora, que nos acojonamos porque que se sienten presionados cuando se les
hizo escraches y sacan la ley mordaza. Si nos retiramos de las calles y
abandonamos la protesta pacifica pero continuada, lo tenemos todo perdido. Yo
he comprendido que el poder es nuestro, de los que nombramos a nuestros
empleados, de los que pagamos nuestros impuestos para que haya servicios
públicos y ellos puedan cobrar su sueldo, pero nunca quisimos que nos robaran
tanto y tampoco que lo hicieran en nuestras caras. En definitiva, no queremos
que nos roben y necesitamos tener unos mecanismos para echarles directamente
sin pasar por la casilla de salida. Esos mecanismos no nos lo van a facilitar
los falsos políticos, porque nuestras medidas irían en su contra; nos los
tenemos que ganar a pulso, pidiéndoles una y otra vez, millones de veces si
hace falta, que se vayan de nuestras Instituciones. Manifestándonos millones de
personas, al menos todas aquellas que no queremos que nos sigan saqueando como
hacen cada vez que gestionan algo en donde intervenga cualquier inversión
monetaria.
La unidad de
las personas de este país, el movimiento masivo de la ciudadanía pidiendo lo que
consideramos es justo para el bienestar de todos, es necesario para conseguir
el mundo o la sociedad que nos merecemos. No podemos seguir los dictados de los
banqueros, de los empresarios ni de los políticos; tenemos que seguir los
dictados de lo que la ciudadanía, mayor de edad e inteligente, quiere para sí.
Debemos entender de una vez, que los políticos han de estar a nuestro servicio
y no al contrario, como viene sucediendo. De nuestra unión surgirá nuestro
éxito. Dejen de defender colores y siglas, ellos no vendrán a sofocar el
incendio cuando sea una realidad, solo nosotros nos tendremos que sacar las
castañas del fuego. ¡Unión y a la calle!
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