Muchas
confrontaciones entre las personas se dan por falta de educación de algunas de
ellas. En las relaciones diarias se dan muchas de esas situaciones que
evidencian esa falta de educación: el que se cuela en las colas que hacen otras
personas, el que hace mucho ruido creyéndose estar solo en el mundo, el que no
responde a los saludos, el que no deja hablar a los demás, el que pasea a su
perro y deja en la acera “los regalitos”, los que arañan o pintan las puertas
de los ascensores, los que arañan los coches de los demás, los que tiran
cualquier tipo de papel o envase al suelo, etc. Hay que parar en algún momento
porque la lista se haría interminable, ustedes saben que todos podríamos añadir
cien ejemplos diferentes que ponen de manifiesto este déficit de educación,
pero los gobernantes están más preocupados por cumplir los deberes de la UE y,
por tanto, les preocupa más el déficit monetario.
Donde vivo
tenemos unas piscinas, y como estamos en verano, es frecuentada por algunos
vecinos, mayormente, jóvenes. Estos muestran su rebeldía o su “chulería”
dejando el trozo de césped donde han pasado el rato, lleno de bolsas de chucherías,
latas de refrescos, etc., ¿cómo piensan estos jóvenes?, ¿creen que después de
ellos ya nadie tiene derecho a ocupar aquel sitio?, ¿por qué no tiran los
papeles, las bolsas y las latas vacías a la papelera, que está a pocos metros?
De verdad que resulta bastante desesperanzador ver que estos son los principios
por los que se mueven los chavales, que evidentemente no son todos, sino sería
para darnos un golpe en la cabeza.
Lo segundo que
llama la atención es el uso que hacen de la zona de baños, la propia piscina,
el vaso de agua, para que nos entendamos. Saltos, volteretas, empujones,
salpicando a todos los que tengan alrededor y poniendo en riesgo la integridad
del resto de bañistas. Un comportamiento que obliga al socorrista a intervenir
constantemente, expulsarle de la piscina durante un tiempo para que se calmen,
y esto da pie, por el mismo déficit de educación a que se enfrenten al
socorrista. Esto no puede ser, los chavales tienen que venir más educados de
casa, no se pueden soltar al mundo, para que vayan molestando a diestro y
siniestro. Los padres hemos de estar más atentos a lo que estamos haciendo con
nuestros hijos, y para corregir las desviaciones de chulerías y malas maneras,
porque estás se ven venir en la forma de comportarse en familia, las respuestas
que dan y observarlos, un poco más, cuando se encuentran en la calle, con su
amigos, etc. Hay que buscarles de cuando en cuando y observarles, pues de lo
contrario <<ellos nunca han sido>>, no nos debe parecer suficiente
que alguien venga y nos lo diga o se nos queje, tenemos que ver cómo es nuestro
hijo y saber lo que estamos “fabricando”.
La educación
es fundamental para vivir en buenas relaciones con todos nuestros amigos,
vecinos, familiares, compañeros de estudios o trabajo, etc. Vamos, para que no
nos vayamos haciendo la puñeta los unos a los otros. Ese mínimo de preparación
y respeto ha de existir para no incordiarnos los unos a los otros. Las
frustraciones de cada uno de nosotros por no ser más de lo que somos: más
altos, más listos, más guapos o tener los ojos celestes (estos son tópicos); no
se puede pagar con la sociedad. Hay que
haber sido educado para aceptarse como se es, y aceptar a los demás como son.
Para entender que el espacio es de todos y que todos debemos cuidar de lo que
es de todos, que no hay algunos que hayan venido al mundo con derecho a
ensuciar y fastidiar.
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