Podemos vivir
la vida de dos maneras: Pasamos por ella sin hacer ruido y permitiendo que el
rumbo sea el que impongan algunos, o peleas por la vida que a ti te merece la
pena. Con la primera, vives con comodidad, dentro de tu zona de confort, no te
complicas y ni te despeinas. La segunda, tiene otros sinsabores que tú no
controlas, que surgen ocasionalmente o circunstancialmente, que están en muchas
ocasiones bajo el control ajeno, pero es la lucha que te desarrolla y te puede
aportar lo que pretendes.
La sociedad
está apática, acobardada, acomodada y, al mismo tiempo, fragmentada y dispersa.
De estas particularidades se benefician los que tratan de imponer un ritmo de
intereses personales. Así está la sociedad, desunida y sin fuerza, porque
nosotros no somos capaces de comprender lo que está sucediendo, cómo la gente
que maneja el poder está jugando con nosotros, para lograr aprovecharse y
servirse de nuestros esfuerzos, de nuestro trabajo, de nuestra nobleza o idiotez.
Todos juntos somos invencibles para crear la sociedad que a nosotros más nos
interese, pero para ello hay que unirse, acudir a las convocatorias,
movilizarse, hacer oír las protestas contra lo que es injusto y no equitativo
para la ciudadanía.
En casa
estamos más cómodos, pero desde casa, cada uno de nosotros solos a lo más que
llegamos es a protestar por las redes sociales, que está muy bien, pero hay que
salir a la calle. Hay que ocupar las plazas y las calles, con orden, nadie dice
que los problemas se tengan que arreglar con actos violentos, sino todo lo
contrario. Los problemas se solucionan cuando hay un número importante de gente
que exigen las cosas, y ese número desequilibra la balanza a favor de la ciudadanía. Imaginad que la sociedad se
moviera al unísono, y con esa fuerza pidiera modificar tal o cual ley, no
tendría más remedio que cambiar la ley conforme es reclamada por la multitud
que dice cómo quiere vivir. Nosotros somos la fuerza social, que en número
suficiente no puede ser reprimida ni con mil leyes antimordazas, esto es así,
pero a muchos nos han enseñado a no pelear por lo nuestro y así nos va.
Echo de menos
una web en cada ciudad en la que se recojan todas las convocatorias a
movilizaciones, protestas, huelgas, etc., de todos los gremios y sectores de la
sociedad civil o laboral, para que estemos informados al día y nos echemos a
las calles a apoyar la causa de que se trate. Hoy por ti y mañana por mí. La
ciudadanía tiene que estar orquestada al margen de los Gobiernos, siempre que
estos no atiendan nuestras peticiones o nos pongan trabas para negociarlas en
los Parlamentos. Las condiciones de todo lo que tenga que suceder en la sociedad,
en una ciudad o en España, las han de establecer la ciudadanía, no los que
dicen ser nuestros representantes, pero que deciden lo que los bancos quieren o
les imponen. No lo que los empresarios quieren y les imponen, o los intereses
propios de los políticos (que no nos representan), dictan.
Nosotros nos
merecemos la sociedad que nos atrevamos a soñar, si la imaginamos, es posible,
tan solo tenemos que luchar por ella y, para ello, debemos unirnos, ahí está la
clave de todo, fíjense que sencillo es dar la vuelta a la tortilla. Ten
inquietud, no te conformes, pelea, movilízate, exige lo que quieres y crees es
justo.
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