Por favor, que
el Gobierno no esté en manos del PP ni un minuto más, es que no dejan de salir
noticias que revelan que donde se ha realizado alguna contratación, el PP se ha
llevado tajada. Ya sé que algunos estarán diciendo, lo hacen todos, pero aún si
eso fuera cierto, no justifica que nos tengamos que conformar porque todos son
ladrones, hay que exigir, de una vez por todas, que esta pesadilla termine. Y
como ahora el que está en el poder, aunque sea en funciones, es el PP, hay que
sacarlo de las Instituciones con premura.
Yo sé que esto
tiene mal arreglo, puesto que las leyes las hacen ellos, los políticos, y no
van a legislar en su contra, sino todo lo contrario. La ley será todo lo laxa
que ellos quieran para que la impunidad les alcance, como ha venido sucediendo
hasta el momento. Siendo los castigos muy light, cuando no han tenido más
remedio que sancionar, porque el latrocinio era muy descarado. Pero,
indudablemente, como todos sabemos, han puesto cuantos palos han podido en las
ruedas de la justicia, bien para que algunos casos se retrasaran, bien para que
no se condenaran a ciertos personajes tenebrosos del mundo político, financiero
o empresarial.
Solo de la
regeneración del hombre nacerá la regeneración de la vida política, social,
empresarial, financiera, etc. Esta es una condición imprescindible para que
todo cambie, este si es el verdadero cambio, no el que reclaman y proclaman los
políticos contaminados. Nadie que esté contaminado puede, ni siquiera, predecir
qué es el cambio, porque él mismo no ha cambiado, es uno más de los millones de
los que no se enteran de nada, que hay en el mundo. Por tanto, todo el problema
se resume en uno: crecimiento interior de la persona, formación espiritual. De
nada vale ser solo cabeza si no se tiene corazón, y cuando se tiene corazón se
ama a las personas. Cuando esto ocurre, uno es incapaz de engañar o hacer daño
a los demás. Ese es el punto en el que uno está preparado para vivir, para
relacionarse, para llevar una empresa, para gobernar y para todo lo que tenga
que realizar, porque no se desvinculará de unos valores morales y éticos, que
no le costará aplicar o mostrar, pues nacen de su interior como producto de su
desarrollo interno. ¡Esa es la diferencia!
Los que hemos
transitado, un poco, por esa senda conocemos todo esto y, por eso, sabemos de
lo que estamos hablando. Conocemos la necesidad que hay de que nuestras
conciencias crezcan y tengan cabida todos los demás. Sabemos que se puede
llegar a sentir a la humanidad, que se puede llegar a amar a todas las
personas, a todos los seres vivos, y en tales circunstancias es imposible usar
armas, matar, bombardear, degollar, etc., ¡es impensable!, no tiene cabida en
cualquier ser que ha avanzado un pasito, solo un pasito en la dirección
espiritual del ser.
Solo así el
cambio, el verdadero cambio, es posible. Del cambio que nos hablan los
políticos actuales solo es de extremos, de colores y de siglas, pero el cambio
auténtico viene cuando las personas nos pulimos, nos actualizamos, nos
reciclamos interiormente y, por tanto, comenzamos a prestar más atención al ser
interno, a la identidad que somos, no al modelo que mostramos al exterior,
producto de la programación recibida y a la cantidad de filtros o bloqueos que
modelan lo que los otros ven y perciben de nosotros. Solo cuando nos
presentamos a los demás con humildad, generosidad y amor, libres de intereses
personales, y con el único deseo de solucionar los problemas de la gente, se
puede llegar a ser un buen hombre, y por añadidura un buen político. Pero antes
se ha de llegar a ser un buen hombre, haber fomentado los valores más humanos y
la capacidad casi infinita de amar, para llegar a ser un buen político, un buen
banquero, un buen empresario o, sencillamente, una buena persona.
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