Si quisieran,
los políticos nos ahorrarían todo esto de los pactos, las amenazas de nuevas
elecciones, etc.; basta con que piensen un poco y se pongan de acuerdo en
cambiar las leyes para buscar una fórmula que no permita que se encone la
situación. Fórmulas las hay y muchas, como ya he expuesto en otras ocasiones,
lo que ocurre es que no cambiarlas supone una serie de ventajas para ellos y
sus partidos, y no les interesa hacer nada para evitar toda esta farsa.
Estos
individuos, que cada día me hacen sentirme más alejado de ellos, les veo como
gente indeseable, a la mayoría de ellos, porque son poco o nada claros, dicen
una cosa y la contraria, no tienen palabra, se venden con facilidad, se
enriquecen con la política y casi siempre trabajan para ellos y sus partidos;
olvidando que su cometido es obtener el bienestar de la ciudadanía en todos los
órdenes de la vida: trabajo, sanidad, educación, dependencia y demás servicios
públicos y comunes.
Sus reglas del
juego no son nuestras reglas del juego, sin embargo, nos vemos afectados y
obligados a cumplir con las que ellos pactan; eso es lo jodido de la política
tal como nos han vendido en esta falsa democracia reinante. Es falsa porque se
sostiene sobre principios injustos, comenzando porque no vale igual un diputado
para el PP que para IU, por ejemplo. O sea, que el comienzo de todo, las
elecciones, ya están trucadas para que beneficie a unos frente a otros; por
tanto, no se compite en igualdad de condiciones, ¿qué chapuza es esta? Hay más,
el poder del Gobierno de indultar a alguien que ha sido condenado por un juez,
¿cómo se otorgan el poder de contradecir la ley y a los jueces, para dejar en
la calle a quienes más les convenga al Gobierno? ¿Por qué se apartan del camino
de la justicia cotidiana, inventándose el personaje del aforado?, ¿qué
privilegios son estos? ¿Quiénes son los políticos para fijar la cuantía de sus
salarios, sus dietas o las condiciones de las prestaciones por desempleo o
pensiones vitalicias? Cada vez creemos menos en los políticos porque estos
individuos no se ponen a la altura de la ciudadanía; las cámaras, los micrófonos
y los atriles, les ha desvariado el cerebro y se creen diferentes a nosotros y
nosotras.
Y para ir
terminando, se han inventado lo que van difundiendo por ahí para hacernos creer
que un Parlamento plural es algo ingobernable; todo lo hacen por que son
incapaces de hacer política, quieren poner en practica en cada momento “el
ordeno y mando”. Se dicen ser democráticos, pero les gustan los regímenes autoritarios, las mayorías absolutas,
las dictaduras, dictar normas o leyes y que todos las cumplan. Rechistar lo
mínimo, les sientan mal las manifestaciones ciudadanas, las protestas, las
huelgas, los escraches, las imágenes tomadas de cómo reprimen los cuerpos de
seguridad a sus órdenes; por eso decidieron que tenían que dar una vuelta de
tuerca más y sacaron la Ley Mordaza (de “inseguridad” ciudadana y de seguridad
de los políticos), ¡Siento vergüenza de los que dicen representarnos!
Sé que es difícil
contentar a todos, pero no se puede sostener un sistema que solo contente a
unos pocos, fastidiando la vida a muchos. Esta sería mi conclusión, y lo
lamentable es que hay muchos “gallos” en el corral, pero a pocos les escucho de
los cambios verdaderos que necesita el sistema viciado y corrupto actual.
Nuestros políticos se convierten en charlatanes profesionales, que sin embargo,
poco o nada hacen por desbloquear o tirar a la basura las leyes que les
conceden privilegios, cuando esas mismas leyes bloquean nuestro desarrollo, o
lo acortan, o nos hacen retroceder. Todos son unos cobardes cuando se trata de
cambiar la Constitución, o ciertas partes de ellas, la tienen como oro en paño
aunque gran parte de lo legislado en la misma, se incumple.
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