Recuerdo que
desde pequeño, la noche que tenía una pesadilla, me angustiaba, sudaba, mi
corazón se disparaba, corría y parecía que cualquier esfuerzo no valía para
ponerme a salvo. Los malos aparecían por cualquier lado y no podía salir de
aquella mala experiencia. Al despertar en aquellas condiciones estaba agotado,
no había descansado y casi no había dormido. Haber estado acostado se parecía
más a haber estado en un cuadrilátero de lucha, que haber estado sobre el
colchón.
Cuando joven,
sobretodo, estos episodios eran más frecuentes de lo que yo hubiera deseado.
Sin embargo, la evolución de los mismos se ha hecho palpable en los últimos
años. Ha sido, primero, teniendo capacidad de esconderme, alterándome menos y,
posteriormente, haciéndoles frente a los malos, a los que me perseguían, a los
que me querían aniquilar, pero terminando cansado, estropeándome la noche y el
sueño.
Hoy ha sido
totalmente diferente, no podían conmigo, la ausencia de miedo era total y mi
contra era súper efectiva. El que venía a por mí se llevaba su merecido. Parece
que en el sueño yo había descubierto algo que acusaba a un sector de los malos,
gente delincuente y peligrosa. Vi un cadáver en un lugar determinado y a
algunos aquello no le parecía bien y trataron de borrarlo con la ayuda de un
compañero mío. Tal compañero se hizo pasar por alguien que iba a protegerme, y
me llevó a la zona peligrosa donde, hábilmente, se quitó de en medio, dejándome
a merced de aquella mala gente. En el momento que mi compañero se hubo esfumado,
grupos de personas de aquella calaña comenzaron a inquietarme y amenazarme,
pero se encontraron que los fui eliminando tal como se enfrentaban a mí. Una
vez me libré de ellos, y tal como pienso que hay que hacer, me fui a por mi
compañero, volví al lugar donde nosotros residíamos, y la sorpresa que se llevó
fue menuda. Primero se puso de mi lado, trató de justificar lo sucedido, me
explicó algo sobre el cadáver que yo había descubierto, y el conflicto generado
con los malos. Algo que solo me confirmó, aún más, mis sospechas de que él estaba
compinchado con los delincuentes. Le dije que me seguían, que vendrían a por mí
y que necesitaba un arma. El me ofreció una que podía disparar balas o pelotas
e incluso algo como balines de plástico. Al principio acepté el arma tal como
me la entregó, miré el cargador y había algunos huecos sin balines, interpreté
que me la dio así por si la utilizaba contra él, habría disparos falsos. No
obstante, procuré hacer unas pruebas disparando en su presencia contra algo, y
procuré hacer toda la puntería que me era posible para que entendiera con quien
se la jugaba y qué le podía suceder si se enfrentaba a mí. Cuando terminé la
práctica le pedí que me diera balas de verdad y me trajo una caja, entonces le
advertí de lo que me había hecho y de que no se lo consentiría una próxima vez.
Los malos
siguieron viniendo y yo los iba liquidando conforme se enfrentaban a mí. No
podían conmigo y yo había sido justo dando una oportunidad a mi compañero.
Ahora sí, desperté y me sentía fuerte, capaz, luchador, descansado y vital. He
encendido mi ordenador y he tratado de plasmarlo lo más fielmente que me ha
sido posible. Entiendo que nuestras pesadillas son nuestros miedos y nuestros
asuntos no resueltos, almacenados en alguna parte de nuestro cerebro. Ahora
parece que todo está bastante más claro, como si se hubiera actualizado el
contenido del disco duro. ¡Feliz día a todos!
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