Cuando alguien
forma parte de un partido, tengo que suponer que lo hace porque defiende la
ideología de ese partido. Si parto de esta premisa, en el momento actual hay
cantidad de miembros del PSOE que no están de acuerdo con la iniciativa de su
Gestora, no quieren que se apoyen las políticas de Rajoy y del PP, no quiere
que vengan otros cuatro años de más recortes; por tanto, tengo que suponer que
no abandonan el partido porque están mirando más por su sueldo, que por el
convencimiento de lo que deben hacer por la ciudadanía, ¿o me equivoco?
Ayer, en los
informativos, se podían ver las caras de los que, por el momento, seguían
apoyando lo que anteriormente se había acordado: No a Rajoy, No al PP; y las
caras eran un poema, como se suele decir. A pesar de ello, ya se oyen las voces
de los que hasta hace dos días decían que romperían la disciplina de voto;
ahora comienzan a alinearse con la Presidencia de la Gestora, y van hablando de
aceptar la decisión que adopte aquella. La bajada de pantalones está asegurada,
las voces se apagan y también las diferencias; prefieren asegurar el puesto de
trabajo aunque sea para votar como marionetas o muñequitos, lo que ordenen los
de arriba. Esta es la falsa política de hoy, incoherente, secuestrada, sin
libertad, antidemocrática, dirigida para salvar el culo de los partidos que
rivalizan por el poder y la captación del mayor número de votos de la
ciudadanía, pero sin importarles o importándoles muy poco lo que nos suceda.
A todo eso le
añado la observación de que Pedro Sánchez, al igual que en su día hizo Rita
Barbera, no aparece por su puesto de trabajo. Incumple con sus obligaciones, no
aparece por los actos convocados por su partido ni por los Plenos. Ha
renunciado a trabajar, ha dimitido como Secretario General del partido, pero
habría que cuestionarse si también habrá renunciado a su salario. Aquí, en
España, la gente hace lo que les viene en ganas: atracan y no devuelven nada,
dimiten pero cobran indemnizaciones de un modo desigual a lo que le sucede a
cualquier trabajador que se despidiera voluntariamente de su empresa. Parece
que la gente pública, los políticos en concreto tuvieran unos privilegios
diferentes al que podemos disfrutar cualquiera de nosotros, ¿por qué?
Seguramente, porque ellos hacen las leyes, y como he dicho tantas veces, las
hacen a su favor, no se van a tirar piedras sobre su propio tejado; pero
casualmente, siempre juegan con el dinero de todos, asignándose las cantidades
que les vienen en ganas y ahí no podemos decir nada.
Con estos
pequeños detalles es normal que la política y todo lo que la envuelve, produzca
nauseas entre la población, hartura e indignación. Es normal que la población
se distancie de los políticos, porque estos han tomado una senda de libertinaje
delictivo que se aprovecha de la ciudadanía y de sus impuestos, para hacer
cosas que nada tienen que ver con el bien general de la población. Ya hemos
visto que una gran cantidad de políticos nos roban, y que otra gran cantidad de
ellos callan, no denuncian a sus compañeros… esto debe ser, también, por
disciplina de partido. Así que casi todos son chorizos, maleantes o
delincuentes, que cada uno les apellide como mejor les apetezca, pero la verdad
es esa y que la ciudadanía se encuentra secuestrada por ese falso poder, que
apesta a corrupción y sinvergonzonería. La gente no elige a nadie para que le
engañe y le robe, o al menos, ese debe ser el propósito al votar.
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