Ayer pudimos ver a un Antonio
Hernando, en el debate de investidura, que más bien pareciera que asistía a un
funeral. Su rostro hablaba por sí mismo. La tristeza que había en sus ojos era
terrible. Su tono de voz alicaído, sin fuerza alguna; y todo se lo ha hecho él
solito. Nadie le ha hecho nada aparte de sus decisiones y de su falta de
coherencia, así como su propia cobardía. Nunca he visto a nadie cambiarse de
chaqueta con más celeridad de la que Hernando lo hizo. Un día defendía el
famoso: “No es no al PP y a Rajoy”, y al día siguiente del motín interior en el
PSOE, por el que pusieron fuera de su cargo de Secretario General a Pedro
Sánchez, ya estaba defendiendo la abstención, lo que equivalía a servir en
bandeja el Gobierno al que era su conocido enemigo político. ¡Sencillamente
incomprensible!
Esta persona no es un hombre, no
tiene palabra y sí mucho miedo a perder su puesto de trabajo. Es falso como las
grandes imitaciones chinas y se arrima al fuego que más calienta. Todo para
asegurarse su visibilidad dentro y fuera del partido. Para tener al Sr.
Hernando de compañero de viaje, mejor hacerlo en completa soledad, pues al
menos uno no corre el riesgo de ser apuñalado mientras duerme. Sin ser
socialista, al menos partidario del PSOE, en los momentos actuales, se siente
cantidad de rabia con estas falsas formas de actuar… ¡traición!, hay que llamar
a las cosas por su nombre y el que era tan leal y fiel a Pedro Sánchez, muda la
piel y como la serpiente, cambia de aspecto y de bando o de árbol, al instante.
Parecía integro el muchacho, así
lo veía cuando comparecía ante los medios en la defensa del proyecto socialista
acordado en un comité del PSOE. Resultó ser un chaquetero más del panorama
político. Un individuo que se mueve por conveniencias, al margen de ideologías,
de convicciones y al que le faltan agallas para enfrentarse a los golpistas de
su partido; por el contrario, sin perder un segundo, comenzó a defender todo lo
contrario de lo que antes propugnaba. No le importó dejar en la cuneta a la
persona que antes era uña y carne con él. Tampoco le importó ignorar la
intención del voto de sus seguidores, afines o simpatizantes. Ha usado todo
ello para tirarlo por el váter y hasta tuvo tiempo de tirar de la cisterna,
para que todo aquello solo fuera historia. Tengo estos principios, pero si no
les gusta lo suficiente tengo estos otros. Así ha sido, se ha marcado una de
Groucho Marx.
Hoy asistimos a las votaciones de
la segunda ronda de la investidura, donde el PP se encamina a obtener el
Gobierno gracias a la abstención pactada con el PSOE. Vemos que son pocos, muy
pocos, los políticos del PSOE que valen la pena. El resto, aquellos que alzaban
la voz con orgullo de ser la alternativa del PP y el primer partido de la
oposición de este país, se van absteniendo en un gesto de humillación cuan toro
bravo, venido a menos, que embiste con la cabeza bien baja; yo diría que arrastrándola
por la arena del Parlamento. Sinceramente, está siendo vergonzoso cómo hay
tantos socialistas que solo optan a continuar con su empleo, en un gesto de
servidumbre y obediencia ciega e incoherencia a su partido, que no a sus
ideales o a lo que deseaban sus votantes.
La alternativa política al
Gobierno de España, alza a tal puesto de poder a alguien que ha demostrado,
sobradamente, en estos años que solo ha servido para mantener a una banda de
piratas que han saqueado España por sus cuatro costados. Pero al igual que la
ceguera y la sordera de los que han apoyado a esa formación corrupta, el PSOE no
ha hecho nada diferente a esa gente. El PSOE al igual que Hernando ha
traicionado los ideales socialistas, a su “amigo” Pedro, etc., ha apuñalado las
aspiraciones de todas las personas que creyeron en ese partido. ¿Ahora qué?,
¿qué nos espera?, ¿cuatro años más de prioridades europeas y de más desahucios,
recortes, sobreprecios, corrupción, prebendas para los banqueros y pobreza para
los menos pudientes de este país?
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