Como el programa de la Sexta
Noche termina sobre las dos de la madrugada, lo suelo grabar y lo visiono en la
mañana del domingo, o sea hoy, y así lo acabo de hacer con los tramos menos
machacados durante la semana. He extraído ciertos comentarios de algunos de los
intervinientes que me han llamado la atención, por lo fácil que es lanzar
cosas, dichas rápidamente, y que parecen tener sentido aunque no lo tengan.
Paco Marhuenda, director de la
Razón, claro del diario, del papel, no de la lucidez mental… no me refiero a
esto; dice al respecto de la posibilidad favorable de que en el comité que
celebran hoy la ejecutiva del PSOE apoyen la formación del Gobierno del PP: “Votar
lo contrario de lo que se desea y de lo que se está convencido, es tener
sentido común”. ¿Hay algo más intrincado o confuso?, ¿alguien es capaz de entenderle
en su afán de hacer bueno lo que es total incoherencia, o bajada de pantalones?
Al hilo de lo mismo, otro periodista: Eduardo Inda, dice lo siguiente, en un
símil apocalíptico, o vaya usted a entender con la intención que lo dice: “Si
en el PSOE se rompe la disciplina de voto habrá un derramamiento de sangre”.
Supongo que se refiere a que el PSOE quedará muy debilitado, herido, o algo así;
pero, ¡vaya manera de expresarse! Por otro lado, Soraya Rodríguez (PSOE) trató de
explicar con un galimatías mental la justificación de lo que ha sucedido y lo
que puede suceder en el comité de este domingo. Dijo que en el anterior comité
salió por mayoría: “No a Rajoy, No al PP” y que todos lo acataron, incluso los
que no estuvieron de acuerdo, por eso continúa que si este domingo se decide
por mayoría la Abstención, todos deberían pronunciarse en ese sentido. Hasta
aquí, parece coherente aunque falto de libertad y coercitivo, tanto antes como
ahora; pero la señora Rodríguez se ha saltado el nada democrático acto llevado
a cabo por los que parecieron respetar la decisión de la mayoría, que
decidieron en el primer comité el rechazo al Gobierno popular, dando,
posteriormente, el golpe de Estado en el seno del partido y poniendo a Pedro
Sánchez en la puñetera calle, cuando todo lo que había hecho es defender lo que
la ejecutiva había decidido.
A continuación he visto la
entrevista a Arturo Pérez Reverte, muy interesante por cierto, aunque llegados
a su crítica contra los que impidieron que Felipe González entrara en la
Universidad, dijo que solo ver las imágenes le produce vergüenza. Bueno hasta
ahí, puedo compartirlo, no por la protesta, no por las pancartas, sí por los
modos: caras tapadas y empujones a los hombres de protección o seguridad del ex
presidente. A esto le siguió una conclusión o remate que me rechina en cierta
forma: “Hay que ser idiota y fanático para negarse a escuchar a su peor
enemigo, aunque tras conocer lo que hizo y sus razones, le asesines”. Lo que me
choca es cuanto valor se le da a la libertad de expresarse y por el contrario
se le de tan poco valor a quitarle la vida. Es como si se estuviera pidiendo
que se le deje hablar a la gente por encima de todo, pues no permitirlo es lo
peor de lo peor, y se ve con mejores ojos quitar la vida a esa misma persona.
Creo que en tiempos de guerra es preferible no dar muerte enseguida y tratar de
conseguir información del enemigo, aunque una vez obtenida, el enemigo no sirva
y se le aniquile. Esa información puede servir para salvar vidas de tu bando, y
solo se puede entender en tiempos de guerra, al menos que Arturo vea la vida
actual como un espacio bélico.
Para rematar la faena he visto
con atención la intervención del economista Santiago Niño Becerra, esplendida
como siempre, al menos para mí. Una exposición que ha causado ampollas entre
los contertulios y periodistas que le acompañaban, todos ellos adiestrados en
la lides de evitar lo que pueda causar alarmismo social. Muchos de ellos
atacaron a Santiago, no le entendieron, no le escucharon fielmente, le llamaron
mentiroso y trataron de desmerecer cuanto había expuesto con hechos de otros
tiempos, que como dijo Santiago se debían a otras circunstancias económicas,
laborales y sociales. Santiago vino a decir que actualmente había poco más de
tres millones de trabajadores ganando menos de 300 euros al mes. Poco más de
cinco millones de trabajadores que ganan algo menos del SMI (645 €), más los
desempleados, los que no tienen ingresos, etc. Por tanto, con respecto a lo de
las pensiones, si no se generaba un nuevo impuesto o se sacaba del fraude
fiscal que es de entre sesenta y cinco mil millones de euros a noventa mil
millones de euros; a final del 2017 la hucha de pensiones tendría un déficit de
dos mil setecientos millones de euros, y no podrían abonar las pagas
extraordinarias a los pensionistas. Creo que queda clara la exposición, aunque
algunos de los periodistas llegaron, con mal estilo, a preguntarle que con qué intención
estaba diciendo lo que difundía en el programa. Ya sabía que la imbecibilidad
humana estaba generalizada, pero algunos periodistas se llevan la palma.
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