Los políticos afirman que a los
españoles lo que más nos importa es tener Gobierno, sin embargo, en el fondo a
nosotros lo que más nos importa es tener un trabajo digno, un salario decente,
vivir en paz, gozar de unos servicios públicos que estén a la altura y unos
políticos que no nos roben nunca más.
El Gobierno se ha convertido en
el trofeo por el que rivalizan los que salen elegidos de las urnas. El centro
de la vida de la ciudadanía no es mantener a una panda de parásitos que han
perdido el Norte, dejando de lado la solución de los asuntos urgentes y la de
aquellos que nunca se tocan porque no les interesan rectificar.
La falsedad e incoherencia de los
famosillos charlatanes chupa cámaras, es superlativa. Se aproximan cuando
necesitan nuestros votos y se alejan el resto de la legislatura, además cuando
están en el poder no modifican aquello que más tarde, desde la oposición,
critican. He perdido la fe en esa gente porque, generalmente, no dan soluciones
a los problemas reales de la gente. Las leyes parecen estar o las tienen en vía
muerta, muchas son antiquísimas, fuera de lugar o caducas, y otras dejan
grietas para facilitar la escapatoria de los delincuentes y la de ellos mismos,
que a veces se confunden.
En esta era digital cuesta creer
que la ciudadanía no tenga posibilidad de intervenir a diario en la vida
institucional de este país. ¿Por qué nadie habla de esto?, solo hacen guiños a
la población y eso sí que es populismo y postureo. Quieren contentar y callar
bocas, al tiempo que lo que de verdad están haciendo es arrimar las ascuas a
sus sardinas. Como siempre nos engañan, de nuevo no nos sirven, no son útiles a
la ciudadanía. El sistema se ha de desmontar, hay que empezar a forjar una
nueva base y el poder debe ostentarlo la ciudadanía y no los políticos. Estos
solo deben ser meros gestores de nuestras decisiones, sin manifestar poder
alguno. No podemos pasar más por los episodios de los abusos por parte de los
políticos deshonestos. Esa gente está sirviéndose de las Instituciones para
robar, engrosar sus cuentas, financiar a sus partidos y adquirir una importante
relación de contactos, que les sirven para traspasar las puertas giratorias de
las multinacionales. Esto último no es inocente, pues les valen a las compañías
para iniciar negocios con la Administración, para que se adjudiquen
licitaciones a dedo o para que generen comisiones y sobre precios.
¿De dónde ha salido tanta gente
con una calidad moral tan baja? Deben proceder de algún inframundo mafioso y la
lección la aprendieron muy bien. Expolian con habilidad y prontitud, solo en
eso se les puede considerar eficientes, el resto es ruido, hacer movimientos de
piezas o fichas, hacerse las fotos en muchos lugares, hartarse de tener
conversaciones vacías y practicar ese particular lenguaje charlatán que no dice
nada. Una vuelta hacia un lado, otra hacia otro sin involucrarse, sin exponerse
y sin decir nada de nada. Si no lo creen, observen cuando un periodista le pide
a un político que le diga qué va a decir, qué va a hacer, qué piensa sobre
algo, etc.; verán que dan vueltas y hacen eslalon como nadie… nunca aclaran
nada… les falta valentía y transparencia. Aún no se quieren dar por enterados
de que les mantenemos, de que son nuestros empleados, aunque tengan secuestrada
la nave por el momento.
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