En los planes
de estudios habría que trabajar mucho, pues hasta el momento es el mismo para
todos, pero no todos los niños tienen la misma retentiva, no todos aprenden al
mismo ritmo ni tienen las mismas inquietudes por tal o cual asignatura. Es por
ello, que los planes de estudios deberían adaptarse más a los niños y no al
contrario.
La formación
de la población junto con una buena educación impartida por los padres,
principalmente, y reforzada por los profesores en segundo término, es la base
primordial del progreso, del respeto y de libertad de un país. A pesar de ello,
insisto, creo que no se le presta la atención adecuada y exigida para tan
fundamental apartado de la sociedad. Los criterios de la formación no pueden
ser unitarios porque la diversidad de los alumnos y alumnas es patente y
tangible. Existen diferentes niveles intelectuales que obligan a diferentes
métodos y velocidades en el aprendizaje; lo que obliga a un estudio más amplio
de posibilidades para poder realizar las etapas formativas.
Ya es duro
para los más pequeños estar separados de su hogar y de sus padres varias horas
cada día, para que encima lleguen a casa apesadumbrados porque tienen el temor
de no poder llevar los deberes hechos para el día siguiente. Las tareas para hacer
en casa se deben terminar, todo lo de la escuela hay que aprenderlo en la
misma, en las horas escolares y dejar tiempo a los chicos para que jueguen
cuando retornan a casa. Si ello exige que los cursos sean más largos, o que el
tiempo actual de dos cursos sea uno, pues que así sea, ¿quién tiene prisa?
Además, hay
que ofrecer diferentes caminos para la formación, de modo que los niños con una
tendencia natural y habilidades concretas en alguna materia de su interés,
puedan dedicarse a ella cuanto antes mejor. Inmersos en ella, los críos y crías
se sentirán felices y mostrarán todo su interés y atención. Hay chicos y chicas
que no son capaces de digerir ciertas materias, pero son excepcionales para
otras, pues que los contenidos de sus cursos amplíen los conocimientos en esas
direcciones, incluso obviando o, simplemente, dadas muy de paso aquellas otras.
Ustedes pensarán que no se puede hacer un plan de estudios personalizados, y lleváis
razón, pero tampoco es factible lo que tenemos ahora, un curso para todos y que
lo sigan como puedan… además mandando tareas para casa de cada asignatura… los
niños toda la tarde enredados, los padres toda la tarde ayudando a los niños. A
parte de ello, si a un niño o una niña no le entra una materia, le acarrea un
sufrimiento, un temor a las clases, y no digamos a la hora de afrontar los
temibles exámenes.
Ya que he
nombrado los exámenes, llevo mucho tiempo pensando que estos se han de
suprimir. Es absurdo aprender de memoria para superar el examen y después
olvidar. Este apartado tampoco está conseguido, los cursos se han de terminar
para cada alumno cuando han aprendido algo, cuando lo razonan. Es más, quizás los
estudios a realizar no deberían estar fraccionados en cursos, así no hay ese
interés a pasar de curso, sino que debieran ser un todo a aprender. El alumnado
comienza, y conforme algunos alumnos o alumnas alcanzan ciertos niveles de
aprendizaje, pasan a otras clases. Es como si las clases fueran sistemas de
decantación por materias y cotas. Creo que esto sería más natural y menos
traumático que la obligación trimestre a trimestre de superar exámenes, igual
curso tras curso. ¿Hay algo más valioso que descubrir las habilidades y lo que
más gusta a un alumno o alumna, y potenciarlos? Los planes de estudios deberían
ir encaminados a que nuestros hijos e hijas sean personas felices y buenos
profesionales de aquello que más les interesan a ellos. Cuanto antes se
involucren con el conocimiento que les gusta, tanto mejor. Todo esto y una
coordinación con las ofertas de empleo, deberían estar contemplados en la
organización del sistema educativo de cualquier país. Este último es un punto
importante, tan solo tenemos que ver el número de plazas ofertadas para cada
especialidad, y el número real de posibles puestos de trabajo que se producirán
para los que vayan titulándose en las diferentes especialidades. Cada año se
lanzan al mercado laboral algunos miles de desempleados más, porque no existe
la coordinación referida. Ahora entraríamos en terreno farragoso, los que
estudian más obtienen puestos de trabajo, por lo general, mejor remunerados, justificándolo
porque es la compensación a un mayor esfuerzo en su formación. Esto hace que
muchos traten de optar a licenciarse y se suman a los parados licenciados. Si
por el contrario, también hubiera unos estudios amplios para profesionalizarse
como operarios para la industria, pongamos por ejemplo, y su posterior
remuneración poco se distanciase de la de los licenciados, el equilibrio de
puestos de trabajo al que se optaría sería mayor. De cualquier manera, vemos
que también hay demasiados flecos en todo este tema de la formación y el
trabajo.
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