Cómo es
posible que cuando tenemos que mirar hacia delante, más que nunca, se le ocurra
a unos dirigentes desempolvar una estatua de Franco a caballo y la exponga en
una exposición de no se sabe muy bien qué trata de mostrar o conmemorar, pero
lo que sí ha hecho es provocar la rabia y la indignación de algunos. Una
Institución no creo que esté para recordar parte de la historia, para eso están
las aulas en los colegios y en las Universidades, además de la gran cantidad de
libros en las librerías a disposición de todos aquellos que puedan tener
curiosidad o necesidad de conocer más.
Qué se saca de
la rabia y la indignación de la gente, en qué ayuda esto al progreso y al
bienestar de la gente. Creo que en nada ayuda y no se puede esperar a estar en
el poder, para hacer cosas como esta, que no vienen a cuento. Los que me leen o
me siguen saben que, como trabajador, soy de ideología de la que llaman de
izquierda, aunque yo no entiendo de eso, ni de izquierda ni de derecha, soy del
sentido común que brota de mi mente y mi sentir. Deseo el bien de todos y que
todos nos encontremos con una economía similar y resuelta. No obstante, cuando me
expreso en estos términos, algunos se apresuran a calificar mi sentir de
comunista… pues allá ellos. Yo no me siento clasificado, sino más bien espécimen
raro y libre, dentro de los límites que permite la estabulación social. A pesar
de ello, y volviendo al tema de la celebración o difusión de conocimientos,
provocación, etc., llevada a cabo por las autoridades catalanas que han
decidido desempolvar la estatua ecuestre; diré que en mis cincuenta y siete
años de edad, no recuerdo haber vivido una represión directa, en mi persona y
en mi vida, por parte del dictador. Es cierto que los impulsos sociales se
contagian, y que era lo propio oponerse al régimen de un dictador aunque no te
estuviera afectando directamente. No por ello quiero quitar importancia al
dolor y al rechazo que puedan sentir las personas perseguidas, castigadas, o a los
familiares de los que fueron asesinados; habría que sentirse en su piel y ya
oirían lo que saldría por mi boca. O sea, lo entiendo, pero lo que vengo a
decir es que muchos, que no nos hemos encontrado en esa situación salvo algún
altercado con “los grises”, no hemos vivido tan mal para ser un régimen
dictatorial.
A nadie nos
gusta que nos secuestren la libertad de expresión y, mucho menos, que nos
impongan lo que podemos o no podemos hacer o decir, pero si lo miran, esto
siempre está sucediendo, vean… Ley Mordaza. Hasta en estos tiempos los de
arriba se defienden, buscan su seguridad frente al colectivo, le temen al peso
de la ciudadanía y apenas ven que la población se comienza a organizar, sacan
nuevas leyes para mantenernos desunidos… ese es su triunfo, que no el nuestro,
el de toda la ciudadanía.
No queremos
más Franco, evidentemente, pero dejemos las cosas estar. Han pasado setenta u
ochenta años y ya no tiene lugar que germine el odio entre los que no vivían
cuando en la historia de España sucedieron ciertas cosas. Queremos democracia
de verdad que tampoco la hay hoy en día, ¿por qué no han organizado esas mismas
autoridades catalanas un acto o exposición para demostrar cómo nos manipulan,
entre otros, ellos mismos? Aunque parece ser que lo más conveniente es no dar un
paso atrás y volver a otros modos antiguos de dirección del país, sí que
debemos oír un poco a todos. Los más antiguos y partidarios de Franco hablan de
que mientras dirigía España, aquel señor fue creando ciertos servicios para la
población: construcción de viviendas sociales, la antesala de la actual
seguridad social, las pensiones, etc., que han llegado hasta nuestros días en
beneficio de la gente. Ellos defienden esto, aunque más modernamente, el PSOE
se haya apropiado de algunos de esos servicios a la población.
Vuelvo a
repetir que a mi Franco ni fú ni fá, no ha repercutido directamente, o al menos
conscientemente, en mi vida, atendiendo a mis años de infancia y adolescencia.
Escucho a mis padres y sufrieron haber nacido en tiempos de la guerra civil, mi
padre vivió una extrema pobreza, pero ese era el clima reinante por la
situación tan desafortunada del momento. No entro en el modo en que Franco
llega a coger el timón de España, eso se lo dejo a los investigadores e historiadores.
No entiendo tampoco la pompa y el boato, ir bajo palio, los montajes sociales,
ser el centro del NODO (los espacios informativos), etc. No quiero vivir bajo
el mandato de una sola persona, pero en cierto modo ahora damos nuestro voto a
un partido, que cuando llega al poder se debe a un sistema cuadriculado y
calculado, que de algún modo nos deja fuera de juego sin poder intervenir más
en la partida. Antes, podemos decirlo así, el poder lo ostentaba una sola
persona, y ahora es un grupo, pero que obvian a la ciudadanía casi del mismo
modo que lo hace una dictadura.
En definitiva,
sigo sin entender en el fondo qué se ha perseguido con un acto, fuera de lugar,
como el que se está llevando a cabo en Barcelona.
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