El otro día llegué a casa de mis
padres, fui a la cocina para algo y me dio por mirar la etiqueta que pendía de
una paletilla ibérica. Leí con sorpresa, que hasta este tipo de producto para
la alimentación tiene ciertos componentes añadidos, ajenos y no naturales. Compruébenlo
si tienen uno de estos en su casa, ya se terminó aquello de una pata curada con
sal y secada. Se altera el proceso con algún interés industrial, estoy seguro
de ello, pero sin atender a la salud de los consumidores.
Bien, este era un detalle curioso
que me llamó la atención el otro día en casa de mis padres, pero lo que me
importa es que no se sigan matando animales; una tarea complicada… una misión
imposible, viendo como piensa la gente y cuan poco sensible es con la vida de
los animales. Muchos lo justifican diciendo que se crían para ser sacrificados
y poder ser consumidos. Yo digo que hay que respetar la vida de los animales
como si se tratase de la vida de los humanos, ¿por qué no? Cuanto más complejo
es el animal, posee órganos y disposición de los mismos, así como funciones,
más parecidas a las nuestras, más nos asemejamos. Por tanto, las salvajadas que
se hacen con ellos, podemos llegar a entender los efectos o consecuencias que
se sufren.
Me centraré en las matanzas, que
tan comunes son en los pueblos y que tanto se festejan. Se reúnen vecinos o
familiares, para matar al cochino y convertirlo en embutidos, trozos de carnes,
jamones, morcillas, chorizos o tacos de tocino. Es un día grande, se conmemora
la salvajada de clavar el cuchillo al cerdo en todo su conocimiento, dejarlo
gruñir hasta desangrarse y morir cruelmente ante todos los presentes, en un
dantesco y sangriento espectáculo. ¡No importa a nadie!, las autoridades hacen
prevalecer la tradición a la vida, aunque al mismo tiempo se llamen providas, antiabortistas,
etc. Ya en los mataderos es un show lamentable ver cómo asesinan a cientos y
miles de animales diariamente. En la forma en la que lo hacen, manejando a los
animales que van a morir como si fueran ladrillos o piedras, como si no
sintieran nada aunque están aterrados; no saben que muchos ven bien lo que les
va a suceder porque ya justificaron que nacieron para eso… ¿para qué?, me
pregunto. ¿Para ser maltratados, golpeados, atravesados por cuchillas y
cuchillos, decapitados, desangrados y troceados?, ¿de verdad que ustedes creen
que para eso nace un animal, tiene una vida o que su vida vale tan poco?
Si el hombre le hace lo que todos
vemos en los informativos a otros hombres, mujeres y niños, qué le va a
importar hacerle a un animal. Yo digo que hay salvajes bípedos con aspecto
humano, pero que carecen de categoría moral e inteligente para pertenecer a ese
género. Sé que ni siquiera los que gobiernan se atreven a mover las comas de
las ordenanzas contra el imperio de la industria alimentaria. No se atreven a
regular firmemente contra los venenos que nos sirven esas multinacionales,
mucho menos lo van a hacer contra el sacrificio de los animales. Estas
poderosas empresas no se lo van a consentir, amenazarán de muchas formas,
despedirán masivamente, cerrarán muchas industrias y se produciría un caos
social; todo ello por haber crecido hacia donde nunca tuvo que ocurrir. Eso
sucede cuando los hombres están ciegos, no ven y no se enteran de nada, por
haberse distanciado de la naturaleza, por desconocer quienes somos y cual es
nuestra relación con todo lo demás.
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