Cuando la alergia aprieta no te
queda más remedio que levantarte para respirar mejor, y hacer algo que te
satisfaga, en mi caso escribir. Así que aquí estamos a las cinco de la
madrugada, despertando la inspiración, a ver qué sale de este momento. Me pregunto
qué es lo que será que hace reaccionar a unos cuerpos más que otros frente al
polen que se mueve en el aire en estas fechas, ¿será una actitud mental de
reacción excesiva frente a las cosas, frente al mundo?, ¿será una actitud de rebeldía
o, acaso, de defensa? Y eso que ya es nada comparado con años atrás en los que
necesitaba medicamentos. A pesar de ellos, no sentía ninguna mejoría. Recuerdo
que tomaba ebastina, tomaba por encima de la dosis habitual y seguía sintiendo
los síntomas de la alergia como si no estuviera tomando medicamentos. Fue
entonces cuando me pasé a la medicina alternativa y con homeopatía más un
método de frecuencias que aplicaban al cuerpo y al medicamento homeopático,
mediante una máquina conectada con unos electrodos a cuerpo y envase al mismo
tiempo, fue, año tras año, produciendo efectos beneficiosos y los síntomas remitieron,
al menos con la intensidad de años anteriores.
Lo cierto es que estas fechas
primaverales, próximas al veranillo, en las que se alzan las temperaturas y
todas las plantas y árboles se muestran en plena floración, debemos respirar
demasiadas partículas flotantes en el aire, lo que acarrea en algunas personas síntomas
nasales, en la garganta, dificulta la respiración, escozor en los ojos, etc.
Quizás un cambio de actitud, como todo en la vida, ayude a mejorar si no llega
a anular los efectos molestos de este padecimiento. Lo intentaré, no me pelearé
con los síntomas, los aceptaré y diré a mi cuerpo que es normal que el aire
tenga esas partículas de polen en estas fechas, que pasará la floración y
volveremos a la “normalidad”… uno no es perfecto. De cualquier forma, esto no
está reñido con la pretensión de ser mejor cada día, de pulirme más, de ser
menos máquina automática, de estar menos programado, de ser más humano, de
expandir mi conciencia, de estar más presente, de sentirme más vivo, de ser más
solidario y ayudar en todo lo que pueda y otros necesiten. Es una forma de vivir
como otra cualquiera, aunque algunos eligen ellos, ellos y solo ellos. No
importa, yo no estoy aquí para enfrentarme sino para vivir de una forma que,
tal vez, pueda contagiarles. Yo no estoy aquí para controlarte porque,
entonces, yo dejo de vivir y, de alguna forma, tienes algún control sobre mí.
Haz lo que quieras pero trata de aprender, si no, vivirás las consecuencias de
tus actos, todos las vivimos de un modo u otro.
Vamos a nacer de nuevo a un mundo
mejor, que es totalmente posible. Tenemos las capacidades y los valores para
hacerlo posible, se trata de proponérselo y dejar despertar al ser que aguarda
dentro de cada cuerpo. Como mínimo, y sin pretender complicarnos, debemos
entender que somos un plano energético-físico, otro plano mental y el olvidado
plano espiritual, que siempre se ha confundido con la necesidad de practicar
una religión. Los planos energético-físico y el mental nos son familiares,
además nos resultan tangibles, nuestro cuerpo y nuestra mente es de uso diario;
el plano espiritual es el que se nos puede escapar un poco, quizá, no sepamos
si lo tenemos, si es una invención, lo que ya te puedo decir es que no es el
trozo de cielo que te vende la Iglesia, los templos o las sinagogas. Tampoco es
la fe en algo que nadie ve y que propugna lo que está bien y mal, como manera
de conducir los actos de la gente o manipulación de la misma. La
espiritualidad, para mí, es el desarrollo de una parte sutil de nosotros que
hace que surjan valores, llamémosles humanos, que acrecienta nuestra conciencia
y el amor por todos los seres vivos, en especial por nuestros semejantes. Justo
al llegar a este punto es cuando ese mundo mejor, al que me referí con
anterioridad, es posible. Conozco esto que hablo, por eso lo asevero con
rotundidad y firmeza, todos podemos evolucionar interiormente, crecer
espiritualmente, adquirir mayor conciencia, sentirnos más unidos al resto de
los seres vivos, sentir más la humanidad, amarla y desear todo lo mejor para
todos, algo de esto falla hoy en día. Hay demasiadas personas distraídas,
confundidas, que despertaron a otras facetas de la vida más materialistas y
perecederas. Esas personas viven para sí en un egoísmo exacerbado y el dinero
es el objetivo principal de su despertar cada día… tiene que haber de todo,
pero los efectos ya los padecemos a lo largo de toda la orografía mundial. Casi
todas las sociedades del Planeta se han dejado comprar por la avaricia de
acumular riquezas materiales. Han perdido de vista los valores humanos, las
acciones desde el corazón, la espiritualidad de las personas se ve limitada, no
se enseña, no se educa en la sociedad moderna para completarse como persona; más
bien, se educa para competir y en ocasiones para depredar a sus semejantes. En
los planes de educación se ha olvidado la formación espiritual de los niños,
porque se ha creído, erróneamente para mí, que ser mano de obra y engranaje de
la cadena de fabricación de un país, es suficiente para sentirse bien, y casi
todos son infelices porque no hayan sentido a la vida, les falta rellenar ese
vacío interior.
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