jueves, 1 de noviembre de 2018

QUE NOS COJAN CONFESADOS




No vamos hacia un país de gentes más responsables, desde las aulas se percibe lo que hay, se comprueba la materia prima, se ve el profesorado, se cata la calidad de la enseñanza y la evolución o involución de la misma, sobretodo, cuando se vuelve a ella tras varios años sin estudiar.
Como esta semana teníamos el puente “inventado” que comenzamos a vivir, y digo inventado porque como saben el viernes es lectivo en las aulas andaluzas, lo que no ha sido óbice para que durante gran parte de la semana la inquietud central de buena parte del alumnado fuera saber quién o quiénes van a faltar el viernes a clase. Evidentemente, los que desean faltar ejercen sus presiones sobre el resto que desea asistir y, el profesorado que tampoco escapa a la oportunidad de ir pero no dar clase, rápidamente blandea con el consabido: “Si viene alguien daremos clase, pero si son pocos, nos convertimos en jardín de infancia, eso lo digo yo, les tenemos recogido y no avanzamos en la materia para que los que han decidido no cumplir con su obligación de asistir a clase en día lectivo, no pierdan materia… ¡viva la pepa!”
Así nunca seremos una población responsable, se exige la solidaridad para con los que se saltan las normas, se “castiga”, por decirlo de algún modo, a los que cumplen y son responsables. Si es día lectivo, Sr. Profesor o Sra. Profesora, usted debe dar sus clases como cualquier día normal. Usted no puede perjudicar a las personas que tienen interés y se sacrifican por su formación como no es capaz de hacerlo el resto. Las ventajas no pueden ser para los que deciden cuándo ir o no ir a clase, porque las consecuencias es que ustedes habrán cedido parte de su autoridad en favor de esas personas disidentes. Con estos actos no se consigue que la población joven hoy, mayor mañana, llegue a ser lo suficientemente responsable para alcanzar puestos de cierta envergadura en el país.
Los profesores han perdido casi toda la autoridad que los mayores vivimos cuando íbamos a clase siendo chavales. En las clases se habla como si el aula fuera un gallinero, ocasionalmente, los profesores llaman la atención, a pesar de ello, es complicado no tener el murmullo zumbándote en los oídos. El alumnado juega o chatea continuamente con sus móviles, muestra poco interés por el tiempo que están derrochando, por la formación que se están perdiendo, son una interferencia continua para aquellos que desean seguir las explicaciones de los profesores y profesoras. Lamentablemente, las clases están así, el descoque es grande, la autoridad escasa y, ahí vamos, como podemos… esta semana la gran preocupación era tratar de desalojar el aula el viernes del “puente”, ese invento por el que me cojo más días libres.
Sin entrar en ciertos estilos de ciertos profesores y profesoras, que dejan mucho que desear en las clases, palabras mal sonantes con tal de ponerse a la altura del alumnado… será de cierto alumnado, o aquellos que parecen estar siempre enfadados, a los que ya les cuesta ser profesor o profesora por lo poco que ayudan bien poco a los que manifiestan tener dudas, con escasas explicaciones, errores continuos, rectificaciones frecuentes, etc. La educación está hecha un Cristo, como se dice coloquialmente, que nos cojan confesados.

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