Acepto el reto que me plantea mi
amigo Eduardín, que no es otro que escribir acerca del camino con corazón. Voy
a tratar de desgajar todo lo que para mí, pueda tener un significado
relacionado con el tema que me ocupa.
Caminar, como su nombre indica,
es andar hacia, es marchar por marchar o seguir un objetivo, que es el que nos
impulsa a movernos. Si no se da esta acción, la de caminar, no se deja tras de
sí un camino recorrido, y ahora me cuestiono si hay un camino por delante, o
bien si solo existe la idea de avanzar en una dirección, para de esta manera
imaginar un camino.
Es como si me cuestionara la
existencia de un camino o destino concreto y previsto. Creo que cuando nos
ponemos a andar movilizamos fuerzas y energías que concretan posibilidades,
oportunidades, como puertas que se abren al andar. Creo que esto sucede a cada
momento en el que nos hacemos uno con el proyecto, con un asunto, cuando la
ilusión nos embarga, cuando la búsqueda es activa, cuando hemos dejado atrás la
comodidad y la seguridad del sofá, y hemos pasado a la acción.
Esa actitud es la que lo produce
todo, porque todo existe, pueden encontrarse muchas oportunidades que ahora se
presentan ante nosotros, porque nosotros hemos salido a su encuentro. Es como si
todo estuviera ya en una frecuencia determinada de la energía de la vida, y al
ponernos en fase con la onda de energía correspondiente, se encuentran las
materializaciones que corresponden a esa energía y frecuencia.
¿Cómo, nosotros, ciegos o distraídos
podemos iniciar un camino que nos aporte la plenitud o satisfacción que nos
merecemos?, pues creyéndonos merecedores de algo mejor, y por supuesto
confiando en que cada uno de nosotros alberga dentro de sí, la capacidad
suficiente y la valentía para iniciar la marcha. El resto del proceso se
produce, siempre que nosotros persistamos en el intento.
Para redondear el escrito haciéndole
completo, tengo que poner en juego lo que para mí significa que el camino ha de
ser con corazón. Es que debemos sentir, anhelar la puesta en marcha de todo
nuestro ser hacia la consecución de la actitud adecuada, y hacerlo desde el
compromiso más absoluto y único diría yo. Ya se que esto puede parecer que no
es fácil, ante esta creencia es más cómodo renunciar, por eso llegan tan pocos.
No obstante, y al mismo tiempo estoy convencido de que se puede tratar de un
acto puntual de entrega total, como el jugarse
la vida en un instante supongamos, y aún así dar el siguiente paso
confiando en la vida.
Añadámosle una actitud
observadora continua, el silencio tan enriquecedor, el amor y la pulcritud en
todo lo que hagamos. Transitemos no guiados por la mente únicamente, pues
nosotros que somos la energía misma de la vida, no tenemos camino que transitar
porque ya somos lo que anhelamos ser. No se trata de moverse exteriormente,
sino de hacerlo interiormente.
No se si habré estado a la altura
esperada por mi amigo, lo que sí sé es que me he dado tal como soy, pienso y
siento, y como está ahora de moda: Si tu crees, tu puedes. No vayamos a ningún
sitio, no tenemos que andar, tan solo tenemos que descubrirnos al andar, al
mirar, al hablar, al trabajar, al estudiar, etc.
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