Llueve en Sevilla, mañana húmeda,
aceras con charcos y el chasquido de los chorros y goterones que se encuentran
con el suelo, procedentes de las tejas de los edificios. Es continua la caída de
agua, no aumenta ni disminuye su intensidad, prolongándose en el tiempo. Moja
la lluvia calles, balcones y paredes, también coches, árboles y macetas con
flores. Moja a los viandantes, a los que circulan en bicicleta o en motos,
también a los animales.
El tono de los colores se percibe
más limpio, el verde es más verde, también los colores de las paredes mojadas son
más intensos, como el marrón de la corteza de los árboles, por donde se desliza
el agua hasta llegar a la húmeda tierra, y el verde, más verde, que nace a los
pies de sus troncos.
Los peatones transitan las calles
con un paso vivo, tratando de permanecer el menor tiempo posible expuestos a la
lluvia, se cruzan los paraguas negros y de colores. Los chicos y los señores
suelen protegerse con los de color negro, no así las chicas que gustan de
llevarlos de todos los colores posibles. Son ellas las que aportan color al día
gris.
Las macetas con flores colgadas
en los balcones, en las plazas y en la entrada de algunos edificios o locales
comerciales, son un conjunto de puntos de diversos colores que llaman a la
vista y alegran los corazones, en un día lánguido o medio apagado.
Agua, mucha agua, como si la
reserva o los acuíferos se sustentaran en los cielos, como si las bolsas de
agua sostenidas en las alturas hubieran sufrido miles, cientos de miles de
perforaciones, que dejaran caer el agua gota a gota sobre la ciudad limpiando
su atmósfera, su aire.
Llueve sin cesar como si fuese
infinita la posibilidad de hacerlo, porque allá arriba estuvieran los embalses,
que vierten el líquido necesario para socorrer a las plantas, a los hombres y a
las aves. Y así cae el agua esta mañana de Marzo, invitando a la
interiorización, a recogerse en las viviendas y en los centros de trabajo,
donde solo se oyen los chasquidos que hace el agua al encontrarse con los
tejados, con las chapas de aluminio de los cierres, saludando por los cristales
y dejando sus huellas en ellos, avisando del estado exterior.
Bienvenida sea la lluvia que
viene por algo que seguramente nosotros no acertemos a ver, por eso no llueve a
gusto de todos, pero el ciclo natural o la respuesta de la naturaleza a la
situación puntual de cada momento, es la que es. Nosotros no podemos hacer nada
por cambiarla, sino aceptar como viene, como permanece y como se va. Que nadie
se lamente porque persiste la lluvia, que vendrá después la sequía y volverá a
lamentarse por la falta de agua. Así pues, disfrutemos de la lluvia, hoy que
está lloviendo, y más adelante de lo que esté sucediendo, seguro que nos
sentiremos mejor. Como sabemos, nada es permanente, todo se acaba y se sucederán
estados de tiempos diferentes, calores sofocantes, fríos insoportables para
algunos, pero hoy llueve, ya cambiará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario