COMUNICACIÓN Y RESPONSABILIDAD

¿Cómo podemos seguir adjudicando comportamientos a entes abstractos?, ¿por qué continuamente culpamos o atribuimos acciones a los ayuntamientos, a la sociedad, al mundo, etc.?, estos entes no son nada más que un pensamiento de un lugar o de un conjunto de personas, y son las personas, en sí, las que ejecutan acciones que tienen sus consecuencias. O sea, que siempre hay responsables que tienen nombres y apellidos, pero a muchos les gusta disolver parte de esa responsabilidad metiendo al conjunto en el mejor de los casos, y con mayor frecuencia a un ente impersonal.

El lenguaje se vuelve muy impreciso en manos de algunos oradores, con resultados imprevistos cuando su manejo es obra de algún medio de comunicación masivo, como: prensa, radio o televisión. En manos de estos medios se desvirtúa, en ocasiones, el contenido de la noticia real, bien por miedo al alarmismo de la población, bien por el modo impreciso de transmitir la información, por los motivos que veníamos aduciendo.

De todo ello, deduzco que los medios nos informan de una manera sesgada, incompleta o maquillada, y considero que somos adultos, ciudadanos, los que mantenemos la obra de teatro, somos los productores con la aportación de nuestros impuestos, de nuestro trabajo, y con el continúo gesto de bajar la cabeza y tragar por todo aquello que últimamente las personas que componen el partido gobernante, haciendo uso de esta manera de “dictadura” que supone una mayoría absoluta, nos dicta, tratando de que el camello pase por el ojo de la aguja.

¿A qué ha venido el mezclar las acciones del gobierno con los medios de comunicación?, le respondo, sencillamente a que se están dando cantidad de situaciones muy desagradables para los ciudadanos de este país, y se dicen las cosas pero no se llega al fondo del meollo. Nadie se moja en pos de la presunción de inocencia, aparecen papeles pero no se demuestra cómo aparecen, no se acusa a nadie, pocos cumplen con sus obligación de denunciar a los corruptos, la justicia se toma su tiempo, los casos prescriben, los culpables siguen cobrando de los fondos públicos. Los asuntos los arreglan tarde y mal, costando un dineral a las arcas del Estado.

Los medios de comunicación siguen hablando de Cataluña y de España, de la relación de Cataluña con España, etc., como si Cataluña no fuera una región de España. Cuando cada vez que nombraran cualquier región autonómica, deberían referirse a la región de España: Cataluña, e igual tratamiento con Andalucía, País Vasco, etc. Afianzando lo que es, y no lo quieren algunos que sea, al menos mientras las cosas sean como lo son hasta este momento. Porque de la forma en que se trata este tema por los medios de comunicación, marcan una distancia entre las regiones y España, cuando esa brecha no existe más que en la cabeza de algunos.

No tengo nada contra las creencias de aquellos, pero llamemos a las cosas por su nombre, y ahora España es un conjunto de regiones, y por suerte Cataluña, País Vasco, Andalucía, Galicia, Cantabria, Valencia, etc., todas componen el territorio peninsular llamado España, se pongan como se pongan. Mañana, si cambian las leyes, y hay otra toma de decisiones, será otra cosa.

Al pan, pan, y al vino, vino, ya conocéis el dicho. Así que llamemos por su nombre al corrupto, al prevaricador, al que facilita papeles, al que lo publica, y a todos los que son responsables de lo que dicen o hacen. Y si Europa nos está asfixiando, no es Europa, es la Sra. Merkel, los directivos del Banco Central Europeo, los del FMI, o quienes sean, de tal forma que esta situación tan catastrófica debe de tener sus responsables. Ahora no vale decir que las medidas de austeridad dictadas por el FMI han sido un error porque nos empobrece y no produce crecimiento. Tendrán que pagar por ello, personas con nombre y apellidos que están dejando en la más absoluta ruina a los europeos. Por favor, pongan con valentía cara a los artífices del desastre, y que sean responsables de devolvernos a una situación similar a la que teníamos antes de que erraran con sus imposiciones.