¿Cómo ven ustedes los momentos
actuales?, ¿Se sienten bien?, ¿Temen que suceda algo fuera de control? Hago
estas preguntas porque algo está aconteciendo, las estructuras sociales,
económicas, políticas, y de todos los ámbitos hacen agua. Tenemos la imagen de
que cada sector de la sociedad se ha fracturado.
Hemos llegado a un momento en el
que hay un desencanto casi generalizado, en el que muchos miles de personas
tienen la necesidad de protestar, de manifestarse ante lo que entienden son injusticias
por las que se ven obligados a transitar. Es tan difundido el malestar y afecta
a tantas parcelas diferentes, a tantos entes sociales, que podríamos decir que
ha llegado un tiempo que demanda acciones diferentes.
¿Qué está ocurriendo?, pues que
por los motivos que cada cual se crea, lo antiguo, lo anterior no se cambia, no
se sustituye, y parece como si se tratara de un muro de contención que lucha
denodadamente contra el flujo nuevo, que viene a instalarse para establecer,
como dicen algunos, un nuevo orden. Pero hay demasiadas fuerzas resistiendo, y
resistirse ante lo que está llamado a manifestarse por inercia natural, produce
dolor, y esto es lo que todavía muchos no se han dado cuenta.
La ciudadanía está tan crispada
que es fácil oír a personas indicando que esto tiene mala pinta, que puede
desembocar en guerra, aunque como dicen otros la democracia está bien
consolidada y tiene mecanismos para que no vuelva a suceder. No obstante,
siempre queda la duda y más cuando algunos militares comienzan a vociferar de
la necesidad de acabar, por la fuerza, con las voces de quienes se manifiestan.
Lo que vaya a suceder A o B será,
y no tendremos más remedio que vivirlo, pues lo que sean capaces de empezar
algunos bajo los signos claros de la locura, no podremos quizás otros pararlo,
y sí tendremos que sufrirlo. Estamos a merced de la locura de unos pocos que
dirigen el futuro de muchos millones de personas, y solo podemos pedir que
aquellos puedan avanzar un pasito en la evolución que como ser humano le impediría,
por ejemplo: seguir haciendo daño a terceros, obrar a favor de ellos
perjudicando a los demás, seguir errando su comportamiento, sentirse orgullosos
de llenarse los bolsillos con dinero público, no cumplir con sus
responsabilidades, no avergonzarse ante los agravios cometidos contra los
demás, hacer daño, etc.
Desde estas líneas, que tal vez,
lleguen a no demasiados rincones, lanzo una voz a favor de una introspección
general, a favor de tener la valentía suficiente como para desligarse de las
fuerzas ocultas, que han sumido al planeta en la pobreza moral, ética y
económica. Para que saquen pecho, para que se den cuenta de que llevamos unos
años haciéndolo muy mal, y de que hay que resarcir a la sociedad de los valores
y de los medios necesarios para tener un equilibrio industrial, educativo, y de
aquellos servicios necesarios para el bienestar de la gente. Hay que poner fin
al sometimiento de nuestros gobernantes a los poderes monetarios, y la única
forma de hacerlo, tal como se sustentan en el poder mediante las leyes
actuales, es por convencimiento propio, por darse cuenta, por despertar de la
mentira que les envuelve. Si atisbaran tal episodio en sus vidas, si llegaran a
preguntarse por lo que están haciendo y aportando a los demás, si vieran un
poquito de luz, aunque solo fuera unos segundos, sería suficiente para que
pararan esta marcha sin sentido y contraria al sentimiento generalizado de los
ciudadanos.
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