Y tú a dónde vas este verano,
esta es la pregunta reina de este principio de verano. Las personas muestran
inquietud por saber cómo van a plantear sus vacaciones, y si se tiene una
conversación con terceros, conocidos, por lo que harán estos. Es como si
existiera la necesidad de salir de casa, de romper la rutina del año, y se
buscan destinos más divertidos y frescos.
Lo de fresco es entre comillas,
pues a las horas de calor hace calor en todos lados de mi Andalucía, ¿recuerdan
cuando se está en la playa y toca recoger la sombrilla, ponerse la camiseta y
hacer el camino de vuelta a la vivienda? La piel tirante por la sal, el roce de
la entrepierna, los pies y las chanclas llenas de arena, y el paseo hacia la
casa ……, uno mira para todos los lados y no encuentra la sombra. Son las horas
centrales del día, el sol está en todo lo alto, los edificios no arrojan sombra
a la calle, vas relajado por el baño, un poco quemado, te molesta la camiseta,
tienes calor, estás deseando llegar, meterte en la ducha, quitarte la sal,
ponerte tu ropita limpia, estar bajo techo, a la sombra, comer y tu siesta.
La siesta, en la playa, no se
perdona después de todo lo dicho, de haberte puesto púo, del gazpacho
fresquito, y de unas cervezas o tintos, los postres veraniegos por excelencia:
los helados, lo mejor es ponerte en horizontal mientras el ventilador mueve el
aire de la habitación, y si tienes más suerte, pones el aire acondicionado y ya
estás en la gloria. ¿Verdad que os suena todo esto, que sabéis de lo que hablo?
Cuando vienes a despertar,
alguien ha hecho el cafelito, la casa huele al aroma típico de este estimulante
sin el que no pueden pasar algunas personas. Algunos dicen: “yo cuando me
levanto no soy nadie hasta que me tomo
el café”. Esa merienda, café y unos dulcecitos del Mercadona, de esos dulces
industriales que se compran al peso y se mezclan en la bolsa, porque todos
cuestan lo mismo. Así que cuando viertes el contenido de la bolsa, en la mesa
se despliega un popurrí de colores blancos, marrones y rosas, los colores de
las diferentes cremas que se aprecian en el exterior de los dulces. Y como
estás en vacaciones, todo te lo permites, abusamos un poco más que el resto del
año. Antes de venir de vacaciones te pones a dieta, y cuando estás aquí te
pasas, vaya lo uno por lo otro, por aquello de que en vacaciones hay que
divertirse, hay que pasarlo bien, y decimos: “un regalito para mi body”.
¿Y qué me dicen de los cubatitas
nocturnos en la terrazas de los bares de copas, o bien en la terraza de tu
piso, mientras se charla sobre algún tema, o se echa una manita a las cartas?,
¿Cómo sientan esos cubatas de ron, esos wiskies, esos Gin tonics?, ese puntito,
esa alegría que te va entrando por el cuerpo conforme avanza la noche. Esos
ojos brillantes, empiezan a buscar a los de la pareja, pues las calores
registradas y almacenadas en el cuerpo de la acción diurna del sol, te eleva la
temperatura, y ya sabes….. te pide marcha, mucha marcha.
Llega la hora de la retirada, lo
vasos de las copas, siempre, se quedan sobre la mesa que fue testigo de vuestra
tertulia, de vuestras risas, de los chistes y las gracias, de la partidita de
cartas, etc. Y empezamos a levantarnos, no sin algún tambaleo, debido al “cansancio”,
y ya va uno preparando el terreno, cogemos el pasillo, dirección al WC, y no es
solo lo que cogemos porque hemos procurado ponernos detrás de nuestra pareja,
así que es inevitable el roce, el beso, etc. Lanzamos por la cañerías parte de
los cubatitas y nos vamos a planchar la oreja, eso sí, tras el homenaje mutuo,
el apuro del chirrío del somier, etc.
Esta es la vida de cualquier día
de nosotros en la playa estando de vacaciones, felicidades a los que estén pasándolo
tan “mal”.
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