La vida como uno quiere metida en
la coctelera con la vida como la quieren los demás. Cada uno tiene el proyecto de
cómo quiere que sea su vida, o al menos dentro de sus limitaciones acondiciona
sus hábitos y costumbres para vivirla lo más cercana a su ideal. ¿Verdad que esto lo hacemos todos?
Es un continuo tensar, destensar,
ahora si, ahora no, esto lo aguanto, esto no lo aguanto, esto me molesta, esto
no me molesta, soy flexible, no soy flexible, etc. Un dilema continuo de
transigencia y rigidez, de felicidad y amargura, de comprensión e incomprensión, de ofender o sentirse
ofendido, de alegría y drama. ¿Tiene esto algo que ver con nosotros?
Siempre que me sitúo en mi cabeza
percibo todo cuanto se ha expuesto, de lo contrario, si bajo a mi corazón se
deja de oír ese rumor, ese murmullo reaccionante continuo. La paz y la
serenidad habitan en nuestro corazón, y cuando bajamos al sentir en lugar de al
pensar es más gratificante. La cabeza lleva ya muchos años yendo a su ritmo,
marcando sus pautas, siendo la jefa; y cuesta destronarla, pasarla a un segundo
plano. No se deja, quiere seguir mandando, ordenando, conduciendo, pero cuando
bajas al corazón es como actuar sobre un interruptor de la luz, en una posición
la luz se enciende, en la otra la luz se apaga. Del mismo modo cuando me sitúo
en mi corazón, no oigo a mi cabeza, todo se serena.
Desde el corazón es fácil
comprender, no luchar, no juzgar, porque ya está todo hecho, eres uno en ti. Te
sientes sólido, estable, tu pecho irradia amor, al menos así lo siento yo. Por
el contrario, desde la cabeza se mueven muchos pensamientos, algunos más
acertados o correctos y otros menos, y se disparan las alarmas, las
rivalidades, lo superficial pero que tantos trastornos nos ocasiona, al menos
cuando no se sabe o se tiene el control suficiente sobre los pensamientos y las
palabras. Entonces se hacen cosas de manera impulsiva que no se querían hacer,
o se dicen cosas de las que uno después se arrepiente. Esto nos hace daño a
nosotros y a nuestros interlocutores.
Fácilmente caemos en los entresijos
que la mente se trae entre manos, acostumbrada a ser autónoma, libre en sus
decisiones, quiere seguir haciendo y deshaciendo a su antojo, pero se encuentra
con la desconexión, y ante esto aprende a moderarse o se queda fuera de juego,
porque, en mi caso, trato de no alentar su estrategia. Me pierdo como
cualquiera, pero desde hace unos años estoy atento y la sorprendo, es entonces
cuando va poniendo fin a su automatización con la que venía procediendo.
Solo puedo decirte que pases
tiempo contigo, que te mires hasta que te veas, que una ves te hayas encontrado
seas paciente con lo que veas. Reflexiona, interioriza, contempla en silencio,
cultiva el silencio en tu vida, trata de llevar hábitos saludables, modérate en
todos los sentidos, rompe a veces tus rutinas, ábrete a los demás, abraza a los
demás, amate y ama a los demás, quiérete, saborea lo que hagas y si es posible
haz lo que quieres hacer. Escribe el libro de tu vida y no permitas que te
entristezcan los que quieren escribirlo por ti. Si pones tus límites, hazlo con
amor, sitúate en tu corazón cuanto puedas y ten el propósito de ser feliz. Tú
eres eso, todos lo somos, porque la energía de vida que somos lo es: amor e
inteligencia.
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