Amanece el nuevo día, un día más
para aprender, un día más para amar, un día más para ser feliz. No merece la
pena dedicarlo en otra dirección, ¿no lo crees así? Por tanto, hagamos lo
posible por vivir este día desde lo positivo, desde lo constructivo, desde la
generosidad, desde la humildad, desde la comprensión, desde el amor a lo que
tengamos que hacer, desde el amor incondicional a los demás seres vivos.
Estoy seguro que si actuamos de
esta manera nos irá mucho mejor. No te sientas enojado con nadie, porque nadie
puede hacer nada para que tú te enfades, al menos que estés situado/a en tu
ego, en el plano solo mental. Esto no ocurre cuando nos situamos en el fondo,
en la energía de vida que somos. Esa energía es estable, sólida, plena, en
definitiva es inalterable, solo energía inteligente. Es la energía que somos
todos los seres vivos, es el campo invisible que nos une a los demás, donde
todos somos lo mismo, por eso tu y yo somos lo mismo. ¿Cómo puedo tramar algo
contra ti, si me lo estaría haciendo a mí mismo?, ¿lo entiendes?
Tu eres un/a triunfador/a, estoy
seguro de ello, todos lo somos. Así sucedió desde la misma concepción, que cada
uno de nosotros fuimos los mejores, los que fertilizamos el ovulo, los que
superamos los nueve meses de gestación. Los que logramos sobrevivir a la prueba
del nacimiento, y fuimos capaces de adaptarnos a los cambios rigurosos de
ambientes, a las presiones de una educación, a los sinsabores y a las
emociones. Cada uno de nosotros, lleva consigo un aprendizaje muy valioso, al
que no le prestamos atención y del que desconocemos su fin.
Todo aquello por lo que hemos
pasado en nuestras vidas, y por lo que tendremos que pasar es justo y
necesario, por eso no hay que dramatizar ni quejarse. Hay que aceptar, que
comprender, dispuestos a seguir, porque solo con esta actitud, abiertos,
dispuestos y atentos, saboreamos lo que ya somos en el fondo: seres divinos de
capacidades infinitas, con potenciales inexplorados, seres de luz y amor completándose
o despertando en esta existencia terrenal.
No he exagerado, estoy convencido
de ello, he tenido en mi vida prueba de ello, en circunstancias que lo he
podido vivir con plena consciencia, y por eso, sin dudar, lo comparto con
vosotros. Sé, igualmente, que al no estar todos en el mismo punto de desarrollo,
habrá quienes no acepten este contenido, o lo tachen de paranoia mental, de
chaladura, etc., y lo comprendo, no hay más que dar tiempo al tiempo, y si
viven con los ojos abiertos, algo verán y empezarán a saber de que hablo.
Logicamente cada cual percibe desde donde está, no quiero con esto establecer
ningún orden, ni clasificación, ni destacar a nadie, pero es razonable y
entendible que cada uno si se sitúa en una frecuencia, capte aquello que se
mueve en esa frecuencia.
Qué hace que una persona pueda
cambiar de frecuencia, se preguntarán algunos, y yo les diré que un cambio de
hábitos. Entendiendo este cambio a desenclavarse del punto donde se halle
anclado, y cómo se hace esto. En primer lugar estando atentos a lo que vivimos,
cómo lo vivimos, qué sentimos, atendiendo a nuestro interior, bajando con más
frecuencia a nuestro corazón para actuar desde ahí. Cambiando nuestros valores
en nuestras relaciones, aprendiendo a amarnos para poder amar a los demás. Entregándose
a una disciplina de reflexión, atención, sintiendo. También ayudan ciertas
lecturas vivas, y ciertas prácticas que nos ayuden a interiorizar. Cada
cual ha de hallar su camino, la vía que
más directamente le haga conectar con su ser, con quién él o ella es.
Esta existencia ofrece
oportunidades, cientos, miles, cuando sientas que esa es la tuya, apuesta y ve
a por ella, ábrete, date la oportunidad del cambio, para crecer, para ser más
tú.
Como mínimo tratemos de querer
ser mejor cada día y veremos como nuestra vida y sus circunstancias cambian
para nosotros y para los que nos rodean.
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