Ayer en los medios de comunicación
pudimos enterarnos que la Agencia Gubernamental de inteligencia británica había
pinchado los teléfonos de los miembros de la última cumbre del G20. Dias atrás,
e igualmente por filtraciones de Edward Snowden, nos enteramos que EEUU dió
orden de pinchar teléfonos a sus ciudadanos, interceptar los emails y demás
comunicados en las redes sociales, con el pretexto de ejercer un control de
vigilancia contra posibles ataques terroristas.
Estas no son formas de vivir,
desde el miedo y la desconfianza, desde el espionaje y la traición. Desde el
ejercicio del control de los ciudadanos y homólogos de las reuniones
internacionales. ¿Por qué tanta desconfianza? Tal vez haya que meter menos las
narices donde no se les llaman, ya es hora de que dejen de hacer de padres de
las otras naciones o países, que todos tienen sus criterios, sus políticas y
sus modelos sociales. Habría que aplicar el dicho: Vive y deja vivir. De lo contrario
las sospechas infundadas no os dejarán vivir.
Estas situaciones ponen de
manifiesto cuán funestos son los pensamientos de las élites de cabecera de los
países poderosos de la Tierra. De las falsas relaciones que existen entre
ellos, de lo poco que confían los unos en los otros, de lo vulnerable que somos
en manos de dirigentes irrespetuosos, desarmados y desaprensivos. Esto indica
la mentira sobre la que se sustentan las estructuras diplomáticas
internacionales, y viene a decir que a todos los niveles se quiere saber más, o
lo mismo, que el que tienen sentado al lado, para jugar sus cartas y tratar de
ganar la partida.
Siempre la codicia y la ambición
desmedida haciendo que ciertos individuos saquen lo peor de estos arquetipos de
hombres, pues estos no son hombres en el sentido más profundo del término, son
alimañas atentos a la depredación. Se sienten acosados y acorralados, se
sienten victimas y por eso atacan. No confían en nadie, sonríen a todos,
estrechan sus manos, se abrazan, se hacen la foto, comparten asuntos, pero se
clavan el cuchillo por la espalda, se preparan trampas como la que realizaron poniendo
a disposición de los asistentes al G20 un espacio cibernético para que
realizaran sus comunicaciones en la red. Un aparente y complaciente acto que
simula querer mejorar el servicio a esas personas, cuando lo que se quería era
conocer los contenidos de sus comunicados y sus claves para acceder a sus
correos. ¿Cómo llamamos a esto, si no una traición?
Da nauseas saber que el mundo o
una parte influyente del mismo está dirigido por esta clase de personas, que
bien directamente ordena estas acciones, o bien indirectamente las aprueban.
Estas personas han perdido el norte, sus mentes se alejan de la bondad, de la
generosidad, del respeto hacia los demás y por supuesto del amor al prójimo. Es
que no saben nada de todo esto, sus mentes han de estar podridas de
pensamientos negativos, de desconfianza, de intereses monetarios, de negocio armamentístico,
o sea de todo aquello que equivale a destrucción directa o indirecta. De todo
aquello que hace estancarse a la humanidad en la mediocridad.
Estos míseros individuos no se
levantan, se van, dejan sus cargos al ser descubiertos. Se sienten patriotas,
estaban velando por la seguridad de su país o nación, convencen a sus
simpatizantes que le jalean enloquecidos, que les siguen votando, que siguen
aportando dinero para sus campañas electorales. Desde luego que hay mucha gente
hipnotizada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario