¿Estamos asistiendo a la trama de
un asesino calculador y meticuloso? Se está juzgando al presunto asesino de los
niños de Córdoba. Niños y hermanos, además de hijos del presunto asesino, lo
que agrava aún más el violento destino, que parece han sufrido estos dos
inocentes.
Hemos visto testimonios que van
desmontando, uno tras otro, la historia contada, por el padre de esas criaturas,
como relato de los hechos. Nadie ha visto al padre con sus hijos ni el día que
dijo haberlos perdido en el parque, ni tampoco le vieron en el parque con
ellos, ni le registraron las cámaras de seguridad del parque. Por el contrario,
si le vieron merodear por su finca días antes a la desaparición, así como que
varios vecinos se alertaron del olor tan fuerte que parece se desprendía de la
hoguera que se hizo en la finca de la familia del presunto asesino, la tarde de
la desaparición de los niños.
Posteriormente, el registro
policial halla huesos en la hoguera que podrían ser de los niños, aunque en un
primer análisis confunden con huesos de roedores, gatos o pequeños animales. En
un segundo estudio de otros científicos, se corrobora que son de niños y de
edades semejantes a la de los niños desaparecidos.
Igualmente significativo han sido
los testimonios de varios testigos en el parque de Córdoba donde dice, el
presunto asesino, haber perdido los niños. En dichos testimonios se evidencia,
por unanimidad de los declarantes, la tranquilidad que refleja el padre
denunciando que se les había extraviado sus hijos. Algunas de esas personas,
empleadas del parque, ya habían sido testigos de casos similares, e indicaban
que las personas se mostraban bajo una tensión nerviosa desmedida, y que casi
exigían que cerraran las puertas del parque. Remarcaban esto, como algo en lo
que habían coincidido muchas de las personas, que estaban viviendo realmente
esa situación desesperada.
El día anterior a la desaparición
de los niños, el presunto asesino y padre de los niños, fue a comprar en varias
gasolineras varias garrafas de gasoil, acumulando entre ellas aproximadamente
300 litros de combustible. Dice que lo hacía con el pretexto de ir reponiendo
el depósito de su automóvil para ahorrar. Algo que no se entiende porque lo que
consume el vehículo es lo que consume, y que se le reponga en garrafa o en el
surtidor, no va a modificar el gasto.
Hay muchas incongruencias en este
caso, que no cuadran con la versión de los hechos dada por el presunto asesino,
a lo que habría que añadir su lenguaje no verbal, la mirada fija, a veces
totalmente de reojo, sin parpadeo alguno, intimidatoria. Trata desde el
banquillo de acusado de ejercer algún control sobre los testigos y familiares. A
veces, se dirige a su abogado, trata de tenerlo todo bajo control como
indicaron en su testimonio algunos de sus familiares.
De su culpabilidad o no dará
buena cuenta la justicia, al menos así esperamos las personas de bien, pero lo
que es indudable es de que estamos ante un personaje maniático, calculador, frío
y extraño.
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