Hoy es de esos días que no tengo
más remedio que formatear el disco duro, porque se ha saturado, se ha
completado, alberga pensamientos que no me satisfacen, y lo mejor es reiniciar.
La mañana comienza fresca y
siempre me queda mi ordenador, que lejos de ordenar está siempre a mi servicio,
bueno menos cuando es invadido por algún virus de esos que llegan subrepticiamente,
incluido en alguna aplicación que te has bajado, o algo así.
La escritura siempre es mi
consuelo y mi desahogo, a pesar de que hoy si os privaré del fondo de la
cuestión pues es algo tan personal, que no le importa a nadie, y además como
sabéis: los trapos sucios se han de lavar en casa.
Afortunadamente, soy de lavaditas
rápida, en primer lugar porque no tengo grandes conflictos, y además porque no
soy rencoroso. Con facilidad y prontitud levanto el pie del acelerador, no soy
de grandes disputas, no me son agradables ni busco hacer daño. Me gusta
reclamar mi sitio, aclarar los malentendidos dialogando, y los enfados me duran
poco.
No siempre van las cosas como me
gustan, y claro tengo que considerar o contemplar si a los que viven en casa
les puede estar pasando lo mismo. Hay una segunda cuestión, si yo estoy
propiciando el asunto, si no soy yo el autor, o si todos colaboramos a que la
situación no sea de nuestro agrado.
Bueno, seguro que son tonterías,
pero que algunos días no las digerimos adecuadamente. De tarde en tarde hay
algunos días de estos más tontos, donde se originan algunos roces. Son días que
no ves las cosas igual, que estás más sensible, y por tanto te afectas más.
Creo que muchas cosas de esas que
tienen poca importancia van llenando el vaso, y llega el día que ves la
necesidad de rebobinar, replantear, o formatear y reiniciar. Hoy es de esos
días en los que tengo que reubicar pensamientos, sentimientos,
interpretaciones, etc.
No hay más remedio, tengo que
hacerlo, para que cada cosa tome su valor real y no el que le he dado por los
motivos que fuere. Esto sucede, es frecuente, la pugna existe porque interpreto
al otro sin haberme puesto en su lugar, sin haber dialogado lo suficiente, sin
haber llegado a comprender las razones que hacen que el otro actúe de una
determinada forma. Creo que este es el error en las relaciones del común de los
mortales.
El día no es gris, os lo aseguro,
es fresco pero soleado, como corresponde a estas fechas, pero su frescor se
agradece, y que no te ataquen los mosquitos por ser de día y ser la temperatura
más llevadera, te satisface. Es indudable que el verano de Andalucía es un hándicap
en la tensión de las relaciones, hace calor, duermes menos horas porque te
acuestas más tarde, duermes peor a causa del calor, llega la noche y no te
dejan en paz los mosquitos, de día si aparece una mosca, es de esas que van
quedando pero que es de las más pesadas, la echas un centenar de veces y vuelve
una y otra vez. El calor es exasperante, no tienes ganas de hacer nada, las
tareas se acumulan, te sientes cansado, y claro todo esto hace que estemos más
irritables.
Siempre en este tiempo me
pregunto por qué sigo viviendo en Andalucía, donde el verano, al menos que
estés de vacaciones en la playa, es casi insoportable. Solo salir a la calle
durante el día es un sacrificio, no digamos trabajar con las temperaturas de
esta tierra, es insoportable e inhumano, incomodo, la ropa se pega, siempre
envuelto en sudor, sencillamente te rebasa. Hay que pasarse el día, si puedes,
encerrado en una habitación climatizada, se depende todo el día de poder estar
cerca de un ventilador, o mejor de un aire acondicionado.
Llego a la conclusión que esta es
la crisis del calor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario