Hoy, de nuevo, Marta, buscan tus
restos en un lugar de una finca del término de La Rinconada, de la provincia de
Sevilla. Desgraciadamente, la credibilidad de tu asesino es casi nula, tras
haber cambiado la versión de los hechos, creo que unas siete veces. Cuantas
veces se modifica la versión, se abren las puertas de la esperanza de encontrar
tus restos, y el dolor inconsolable de tu familia se reaviva.
Se han dicho muchas cosas, y tu
solo te enamoraste de un ser despiadado, desequilibrado o cruel, que hizo algo
terrible, con ayuda de no se sabe ya cuantos implicados, que tan solo pone de
manifiesto que solo no pudo resolverlo, porque no tenía vehículo y porque para
deshacerse de tu cuerpo, limpiar el piso donde ocurrieron los hechos, etc., se
necesita la colaboración de terceros. Sin hablar de la sangre fría mostrada por
tu asesino confeso, poniéndose al lado de tu familia en los primeros días,
colaborando en tu búsqueda, cuando él había sido el autor de lo sucedido.
Ante la falta de veracidad de los
relatos o confesiones del delincuente que acabó con tu vida, comprendo que el
papel de los jueces ha de ser muy complicado, y esto es lo que justifica que en
un principio se culparan a ciertas personas, incluso se les privara un tiempo
corto de libertad, y que posteriormente se les liberara.
Quizás hayan pretendido que todo
fuera una confusión que propiciara el desmentirse de la autoría del crimen, y
por supuesto que no apareciera el cuerpo para evitar una condena más dura.
Incluso, tal vez se haya tratado que pasara el tiempo para que aunque apareciera
el cuerpo no pudiera añadir información forense.
Nada hay claro en este caso
desgraciado, tan solo que un día saliste de tu casa para no volver más. Que tu
familia sigue sufriendo por tu pérdida y desde entonces porque no han podido
dar sepultura a tus restos, y con ello cerrar el duelo.
La policía hace cuanto puede, se
utilizan todos los medios posibles, se draga el Guadalquivir, se remueven
toneladas de basuras, se abren zanjas en Camas, ahora en La Rinconada, y todo
sigue en el aire. Su culpable no debe ver más la calle en su vida puesto que tú
tampoco puedes seguir la tuya. El culpable o los culpables truncaron tu futuro,
tu alegría y la de tu familia, y sería de justicia que los culpables pagaran
por ello hasta el final de sus días, sin ningún tipo de beneficio penitenciario.
Marta, toda Sevilla ha llegado a
conocerte, lamentablemente, a través de las fotos que todos colaboramos en su
día a difundir cuando se te buscaba en los primeros días de tu pérdida. Siempre
te recordaremos y sentimos que no hayas podido escribir las páginas que en
blanco quedaron en el libro de tu vida. Marta hasta siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario