Cada uno es una película psicológica,
cada uno juega a aquello que cree mejor le conviene, cada uno busca su
comodidad, y cada uno trata de manipular la situación para favorecerse.
Somos depredadores domésticos,
gregarios pero interesados, constructores de mundos paralelos al de los de
alrededor, y en cualquier momento podemos estallar en ira para agredir o matar.
Psicológicamente somos un hombre
de la prehistoria que ha evolucionado, pero que encerramos reacciones que nos
garanticen la supervivencia. Podemos oír todo tipo de argumentarios, hipótesis de
lo más variadas, habrán hecho estudios de muchos temas, habrán clasificados mil
y una conducta. Estaremos más o menos avanzados en la ciencia de la mente, en
el estudio del comportamiento humano, etc., pero nada de esto hace feliz al
hombre. Quedan muchos libros escritos, muchos vídeos grabados, muchos tests
realizados, muchas conclusiones a las que se han llegado, cientos de
clasificaciones, análisis, etc.
El género humano ha templado los
picos en su forma de actuar, los ha moderado, pero aún así sigue repitiendo
patrones o arquetipos de aquellos primates, que se erguieron un día para
caminar sobre dos piernas, desarrollar su cerebro y hacer suyas muchas
habilidades nuevas.
El hombre mata, quita la vida a
otros seres vivos, siempre igualmente cruel, pero mucho más grave cuando le
quita la vida a otros seres humanos. Si el hombre es capaz de hacer esto,
cualquier otra maldad inferior la realiza con mayor facilidad, con menor
oposición de su mente y de su conciencia. Pero a los hombres que proceden de
este modo habría que preguntarles por qué no respetan a los que son como ellos.
¿Qué nivel de conciencia tienen estas personas?, ¿llegan a ser personas
plenamente?
La evolución del nivel de
conciencia acompañada de la inevitable bajada al corazón, es el camino hacia la
realización de los planos superiores que el ser humano puede llegar a ser. Cada
vez se sitúa más próximo al ser en esencia que es, que como ya sabéis, para mí
es la energía inteligente de vida que somos todos, y que nos une
inevitablemente.
La tendencia de las personas es
hacia la tranquilidad, hacia la reflexión, hacia la interiorización, conforme
avanzamos en edad. Todo lo superfluo que hemos fabricado en la juventud para
competir en las diferentes facetas de nuestras vidas, carece ahora del valor
mental que le habíamos adjudicado, y vamos quedándonos frente a lo que somos. Hay
tiempo para llegar a ver y comprender si estamos atentos.
No siempre estamos predispuestos
a superar las barreras que nuestra zona de confort delimita, y se hace
necesario que alguien nos haga ver, bien a través de hacer de espejo, bien a
través de darnos una sacudida. Viviendo más, saliendo de esa zona de confort,
nos desarrollamos, aprendemos mediante la experiencia, nos hacemos más
flexibles y abiertos, teniendo la oportunidad de tomar conciencia.
Aunque seamos capaces de lo peor,
también somos capaces de lo mejor, y solo cuando decidimos conscientemente que
nuestro camino es vivir recto, con respeto y amor; no siendo victimas de
ninguna situación ni de nadie. No sometiendo a otros, y siempre ofreciéndoles lo
que creemos es bueno para nosotros. Cuando vivamos así, habremos aprendido.
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