Hoy es un día cualquiera, ayer
fue un día cualquiera, solo nosotros somos capaces de sectorizar o cuantificar
el tiempo. Somos capaces de recordar que hubo un ayer, un hoy, y tal vez un
mañana. Ninguna especie lo hace y creo que solo vivimos en presente, cualquier
momento es el presente, siempre estamos en presente. El pasado ya solo es un
recuerdo, es un dato en la memoria, no existe ya. Y el futuro es pensado,
imaginado e incierto; puedes presuponerlo, pero puede ser bien distinto a lo
que imaginas o proyectas.
De todas formas, cuando llegue
ese futuro será presente, solo vivimos en presente aunque sí somos capaces de
distraernos, de ausentarnos, pero de algún modo ese es nuestro momento
presente. Todo está sucediendo ahora, sea cual sea nuestra actitud, pero con la
mente evocamos emociones que nos ayudan o nos indisponen, cuando para vivir
este presente tratamos de situarnos en experiencias anteriores o en posibles
acontecimientos futuros imaginados. Estas dos acciones de la mente dopan el vivir
presente, la percepción directa e inmediata de la vivencia de este momento.
La preocupación es un estado
mental de las personas provocado por la mezcla de la impronta primigenia de la
supervivencia, con un pensamiento de incertidumbre. Dentro de estos aspectos
podemos hacer toda clase de suposiciones mentales, experimentamos miedo por lo
que estamos presuponiendo, y sin embargo las cosas van a ser, están siendo las
que son, y nosotros solemos pasarlo mal imaginando lo que tal vez nunca suceda.
Los animales no hacen esto, no se preocupan, no tienen noción del tiempo, ellos
protegen lo suyo, y reaccionan frente a una acción determinada que viven en el
momento de que se trate.
Nosotros además de hacer lo que
hacen los animales, tenemos una mente mucho más compleja, hacemos uso de signos
externos como el reloj, el calendario e informaciones de todo tipo, que nos llegan
por las lecturas, radio, televisión, etc., y barajamos tanta información que
hacen que nuestro mundo haya perdido la simplicidad animal. Sabemos demasiado
con respecto a otras especies. Tenemos la información esencial de vida, que nos
corresponde a todos los seres vivos, más toda la información añadida, que
haciendo un uso adecuado nos completa, pero que de lo contrario nos hace daño,
nos limita cuando debía ocurrir lo contrario. A mayor información, debería corresponder
una mayor libertad, pero suele acompañarle una mayor dosis de miedo o temor.
Hay que encausar la mayor
afluencia de datos, junto con las funciones más complejas de nuestras mentes,
para conseguir bienestar, ausencia de miedos, libertad y plenitud. Tenemos que
usar la mente cuando nos es necesario, pero tenemos que dejar de estar a su
servicio. No podemos ser marionetas comandadas por una mente autónoma, que va
por libre y nos haga encerronas. Debemos estar atentos, vivirnos más interiormente,
establecer un orden de prioridades y de valores, ser coherentes con nuestro
orden de prioridades y de valores.
Aprender a ser más flexibles, más
tolerantes, más respetuosos, y a ser capaces de amar desinteresadamente a los
demás. Cada cual que establezca su línea a potenciar, pero que tenga en cuenta
que dentro de ella, y para alcanzar la felicidad, no puede contemplar su
proyecto la infelicidad de otros, o simplemente la ignorancia de los demás. Eso
sería imposible, porque compartimos este espacio-tiempo, somos lo mismo, nos
necesitamos para aprender, para reflejarnos, para pulir, para desarrollar
nuestras cualidades. Pero este “nos necesitamos”, que nadie interprete como
servirse de nadie, pues todos somos lo mismo, somos iguales en lo más profundo.
Por eso nos debemos el máximo respeto, y por ello, nos tenemos que ayudar los
unos a los otros.
Desde el corazón, que es lo más
auténtico es esto lo que sale, es esto lo que dice cuando habla, desde la mente
te puedes inventar o imaginar todo lo que quiera, y puedes destruir a quien
quieras, y qué. ¿Te ha dado eso la felicidad, te ha devuelto a tu estado
natural?
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