Los niños
compiten desde pequeños, sus profesores o profesoras ponen un cuadrante en la
clase con los nombres de los niños y avanzan según es su marcha en la clase. Yo
pienso en aquellos que esforzándose no llegan a ponerse por delante, se deben
sentir fatal. Propicia la marcha de los más inteligentes, pero machaca, en su
autoestima, a los que se quedan atrás. La sociedad se ha vuelto loca, y la
escuela no puede dejar de ser un fiel reflejo de lo que tenemos en el resto de
las actividades que se desarrollan en nuestro entorno.
Los niños son
los indefensos, y sobre ellos recae todo el error de los mayores. Errores en la
educación, en los hábitos, en las imposiciones, en las manipulaciones y en los
abusos. Hay que ver cuantos niños han sido objetos de abusos sexuales por parte
de educadores, profesores, entrenadores, etc. Muchos adultos que se han
relacionado con los pequeños, les han utilizado para su propio y degenerado
disfrute, con completa desconsideración hacia esos niños y niñas, a los que han
marcado de por vida.
Ha habido
pederasta de todo tipo y género, pero sobre todo, hombres, y muchos de ellos
religiosos. Lo que ha venido a mostrar el desequilibrio que les provoca el voto
del celibato, sencillamente, porque es anti natura. Las personas tienen una
necesidad fisiológica que satisfacer, y sus cuerpos no entienden de su devoción
a un Dios, que todos nombran, pero que nadie ve. Tener fe es una forma de
sentirse protegido, lo difícil es dar la cara en la vida, ser sincero y saltar
al ruedo sin muletas imaginarias. Fijaros, que hasta en esas personas “tan
cercanas” a Dios, no ha mediado Dios por esos niños y niñas, que estaban siendo
destrozados psicológicamente para muchos años, porque no serán capaces de
olvidar los abusos.
Desde la antigüedad
han debido de haber muchos hombres que sintiendo otros deseos sexuales
diferentes, se metieran a religiosos para que su Dios les protegiera, pero los
resultados son los que son, miles de curas que han abusado sexualmente de
niñitos y niñitas. Ahora se han ido conociendo cantidad de casos porque muchas
de sus victimas se han atrevido a denunciar, pero la Iglesia lo sabía y lo ha
mantenido oculto. Tampoco nos podemos fiar de la jerarquía eclesiástica. Quedan
pocos valores a los que aferrarse en esta sociedad corrompida. Tan solo queda
la dignidad personal, el desarrollo de cada uno de nosotros como persona.
Respetar a los demás porque nos convenzamos de que amar a todos es la única
forma de crear una vida diferente.
Empecé con la
competencia de los niños en las aulas de las escuelas y los métodos de algunos
docentes, y vaya a donde he llegado. Pensando en la manipulación que sufren los
más pequeños, por su inocencia y mayor debilidad, me fue inevitable acusar a
esos cobardes que no fueron capaces de mostrar al mundo su tendencia sexual, o
su complejo de inferioridad, y cogieron el camino fácil aunque dañaran a los
más pequeños de por vida.
Cuántos casos
ha habido que se han solucionado quitando al sacerdote de una diócesis, y le
han mandado a otra, ¿esto soluciona el problema psicológico o vicioso de esa
persona? Cuando las altas esferas eclesiásticas han actuado así, a parte de
mostrar impunidad para el culpable, sigue poniendo en riesgo a los niños y
niñas de esa otra localidad donde enviaron al pederasta.
En la política
la corrupción es sistémica, está dentro de las Instituciones y forma parte estructural
de las mismas. De igual modo, la pedofilia es sistémica dentro de los cánones
religiosos. Hay que ser más valiente y obrar con sentido común. Tal como sucede
en EEUU con los pastores religiosos, que los sacerdotes se puedan casar y tener
una familia, ¿eso impide hablar de su religión? Y todos esos que tengan
tendencia homosexual que salgan del “armario” y den la cara, que vivan con otra
persona de su mismo sexo, si es lo que desean, no pasa nada, pero que dejen en
paz a los niños y a las niñas.
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