El Derecho Internacional
de dar asilo a los refugiados ha caído en saco roto. Los dirigentes europeos se
quiebran la cabeza para evitar acogerles en sus países. Blindan las fronteras,
aumentan y se recrudecen las acciones policiales en los límites de los
territorios, se incentivan a otros países para que hagan de tapón en el libre
transito de refugiados, y por último, se está organizando la devolución de
miles de ellos a Turquía.
Lo cierto es
que mientras todos los países europeos, incluido el nuestro, incumplen el
Derecho Internacional y los Derechos Humanos, cientos de miles de personas y
niños duermen al raso, en pleno invierno, bajo las lluvias y las heladas;
desnutridos y en pésimas condiciones de salubridad, algunos descalzos sobre el
lodo, pasando el día en contacto con la humedad del terreno anegado.
Muchos dijeron
que este éxodo era lo más parecido al que se dio en la segunda guerra mundial,
y no se equivocó. Los campos de concentración son las alambradas de las
fronteras, los barracones son las escasas tiendas de campañas de las que no
todos pueden disfrutar, y el hambre o el peligro de enfermar y morir, también
están muy presentes. La represión policial no ha faltado a la cita, para
agravar las malas condiciones, que ya de por sí, están sufriendo hombres,
mujeres, niños y ancianos.
Ya Tenemos el
nuevo Auschwitz, el nuevo campo de exterminio europeo, porque si los dirigentes
no se ponen las pilas y cumplen con el derecho internacional, los refugiados,
desatendidos, comenzarán a enfermar y a morir. El problema no se soluciona mandándolos
más lejos y quitándose a toda esa gente de la vista. Las muertes se van a
suceder igualmente, y los responsables tienen nombres y apellidos, son los
responsables de cada Gobierno de los veintiocho países miembros de la UE.
Cuando esto suceda, dirán que hicieron todo cuanto pudieron, se lavarán las
manos, y esos genocidas se irán a casa, jubilados, millonarios, y a disfrutar
de su pensión dorada. El resto del mundo, organizaciones, etc., mirarán para
otro lado como si toda esta tragedia humana no fuera con ellos.
Estamos
sufriendo una crisis, pero no solo es una crisis económica, sino una crisis de
valores humanos, y esta va a tener muchas peores repercusiones, y más directas,
que la del dinero. Aquella está siendo una estafa para todos, pero la que van a
orquestar, los actuales dirigentes europeos, no tiene explicación ni perdón. A
la gente no se le puede dejar tirada a su suerte. No se le puede dejar
abandonada. Hay que socorrerle, hay que auxiliarle, y hay que procurarle una
estancia digna. No se le puede tratar como si fuera un rebaño de animales en
una dehesa. Es duro hablar así, pero es más duro ver con impotencia lo que los
señores millonarios le hacen a unos pobres que huyen de la guerra y la
destrucción. ¿Cómo se verían ellos hacinados en campamentos ubicados en un
barrizal, sin alimentos, sin agua, sin un aseo, sin servicios de ningún tipo?
Es muy fácil
tomar medidas desde los sillones de piel de los parlamentos, tonteando con los
iPhones y las tablets, los más atrevidos con sus portatiles; sin que les
reclamen los afectados. Durante estos incidentes, los parlamentos deberían
encontrarse al pie del tajo, al lado de uno de esos campos de concentración.
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