Sabíamos que
nos estábamos cargando el medioambiente, pero casi siempre pensamos en lo más
inmediato: el aire de las ciudades. Hace unos días mientras caminaba con un
amigo me refirió sobre una zona en un océano donde iban a parar todos los
plásticos que alcanzan las aguas del mar, debido a unas corrientes marinas. Me
hablaba de unas proporciones impensables tanto de cantidades como de
superficie, y bueno, esta mañana lo recordé y he buscado algo de información al
respecto.
Le llaman la
Isla de plástico, también es conocida como la Isla de basura. Se encuentra
situada en el centro del Océano Pacífico Norte. Es una ingente masa de unas
cien millones de toneladas de residuos plásticos, que ocupa una superficie
aproximada a dos veces la extensión de los Estados Unidos de América, que flota
entre la costa de California y Japón. Se considera el mayor vertedero del
mundo.
Todos sabemos
que los materiales plásticos no se destruyen con facilidad, sino que hacen
falta muchos años para que desaparezcan, si es que lo hacen alguna vez. La foto
degradación plástica consiste en que los plásticos se van desintegrando en
pedazos cada vez más pequeños, que siguen siendo polímeros. Estos pedazos son
comidos por organismos marinos, que a su vez son comidos por otros animales
algo más mayores, y de esta forma, los plásticos que componen esa basura tóxica,
forman parte de la cadena alimenticia animal. Cuando algunos de esos animales
son capturados por el hombre, también llega a formar parte de nuestra
alimentación.
Según Naciones
Unidas, la contaminación del Océano provoca la muerte de más de un millón de
aves marinas cada año, y de unos cien mil mamíferos acuáticos, pues muchos de
los restos plásticos son hallados en los estómagos de los animales muertos.
Este es un
ejemplo más de cómo nuestra sociedad adquiere hábitos deplorables, como es el
uso continuado de envases plásticos para todo, que posteriormente se tiran
indiscriminadamente en cualquier lugar de la naturaleza, no se reciclan, afean
los lugares por donde se ven, y resultan peligrosos para los animales, las
aguas, y al final, para nosotros también. En los hipermercados, hasta hace
poco, te daban cuantas bolsas querías; ahora te las cobran, pero al final, cada
día se mueven millones de bolsas de basura y envases plásticos. Cada industria
se debe hacer cargo del reciclaje de todo: las bolsas, los blísteres o las
botellas que pone en el mercado. No puede ser que solo se preocupen por vender
más y más, tienen que ser responsable de la mierda que ponen en las calles y en
nuestros hogares. Las mismas industrias tendrían que estar obligadas por ley a
retirar de los barrios los residuos que generan. En todas las calles tendrían
que haber contenedores para los diferentes residuos generados por la industria,
que sean gestionados por esta, no con presupuesto de los Ayuntamientos, que es
dinero de todos los contribuyentes.
Antiguamente,
recuerdo que cuando ibas a comprar una cerveza, o devolvías el envase de
cristal, o lo abonabas, con lo cual, siempre llevabas las botellas vacías que
pretendías comprar de nuevo. El tendero solía pedirte “el casco” era así como
lo conocíamos por aquí. Si no lo aportabas te cobraba un precio por él, así que
procurabas llevarlo, no lo dejabas en casa. Incluso había gente que se sacaba
unas perrillas buscando envases y devolviéndolos en las tiendas o en las
fábricas de bebidas. Las bolsas de plástico no se usaban, todas las amas de
casa tenían sus bolsas para la compra o su carrito, e iban a las tiendas con
sus bolsas, o su carrito dependiendo del volumen de la compra, para transportar
los productos que se adquirían. No se generaban residuos como en estos
momentos, y todos los envases eran más higiénicos, eran de cristal, no de
plástico, como son casi el noventa por ciento, hoy en día. Las empresas los
limpiaban y los reutilizabas, con lo cual no se fabricaba tan masivamente, que
ya sabemos que de casi todos los procesos industriales, se liberan residuos
nada saludables. ¡Nosotros mismos nos estamos matando lentamente!
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