Ya hay un
nuevo acuerdo de los mandatarios de la UE para luchar contra la emigración y
los refugiados. Se meten todos en el mismo lote y se acaba antes. Se dice que
es un buen acuerdo y que no vulnera los derechos fundamentales de los
refugiados, aquellos que piden asilo por estar sus vidas en peligro, pero el
caso es que se les devuelve a Turquía, considerando que es un país seguro,
aunque hace unos días, unos terroristas hicieran estallar el coche que ocupaban
junto a un autobús, causando alrededor de treinta muertes.
Ni Turquía es
un país tan seguro, ni Europa está cumpliendo con la el Tratado Internacional
de Ginebra para dar asilo a los refugiados. Los derechos humanos se
volatilizan, pero no en este instante, pues desde que el éxodo de refugiados,
hace meses, fue llegando a las fronteras de ciertos países europeos, fueron
expulsados mediantes técnicas combativas: gases lacrimógenos, pelotas de goma,
empujones y perros agresivos. Las fronteras se cerraron sin permitir el
transito hacia los países a los que deseaban llegar los que huían de sus
lugares de origen.
Con las
prácticas ejercidas contra los refugiados, llevamos meses viéndoles empapados,
metidos en barro y peleando por la escasa comida que les hacen llegar. De
cualquier forma, en condiciones infrahumanas, como si fuera ganado abandonado a
su suerte. Ni el ganado se merece el trato que los dirigentes de la UE les
están dispensando a estas personas, entre las que viajan, como hemos tenido
ocasión de ver en los informativos, cantidad de niños y ancianos. Familias
enteras que se han desplazado huyendo de la guerra y el horror del terrorismo,
para encontrarse con un “NO” a ser aceptados o acogidos en países democráticos,
que se supone cumplen con las Leyes Internacionales, pero que estamos viendo
que es una quimera. Nadie les quiere dar asilo, todos prometieron acoger un
buen número de ellos, pero salvo Alemania que dejó entrar algunos miles, el
resto de los veintiocho siguen pertrechados como mejor pueden, para no permitir
la entrada en sus países de gente extranjera que enferma tirada al raso en
cualquier lugar inhóspito.
¿Se acuerdan
ustedes de ellos cuando se van a la cama, y se pueden arropar con sus sábanas y
sus mantas limpias, en una estancia caliente?, ¿Se acuerdan de ellos cuando se
duchan con agua caliente en su baño, o cuando abren los cajones y cogen su
ropita limpia, dobladita? Hay miles de gente hacinadas, viviendo desde hace meses
en la humedad, enfermando, mal comiendo, sin asearse ni cambiarse de ropa, en
una situación incomoda, peligrosa y terrible. Está faltando generosidad y
humanidad. Los Estados de los países que integran la UE pueden hacer mucho más
de lo que están haciendo, para empezar, cumplir con las leyes internacionales,
y no burlarlas como tratan de hacer con el acuerdo que adoptaron ayer, para que
sean deportados a Turquía.
Cualquier
persona sensata, con un mínimo de valores humanos, siente vergüenza de ser
europeo, al menos mientras a esas personas se les siga dispensando un trato tan
vejatorio como el que se les viene dando. Es cruel permitir que esas miles de
personas vivan metidas en agua y barro, en minúsculas tiendas de campañas que
flotan en los charcos, con los calzados mojados todo el día, muertas de frío y
de hambre. Esta es la generosidad de la que son capaces los dirigentes
europeos. ¡Qué vergüenza!
No hay comentarios:
Publicar un comentario