Estamos acostumbrados a ver
gorriones, palomas torcaces, gatos sin dueños, saltamontes, moscas, mosquitos,
lagartijas o salamanquesas, entre otros, que son capaces de vivir con lo que el
medio, la vida o la tierra les proporciona; ellos se han adaptado y reconocen
sus fuentes de alimentos. Sobreviven o viven, sencillamente, con lo que
encuentran permitiéndoles tener una vida sin leyes, sin horarios, sin dinero o
sin disciplinas complejas de mercado, laborales, etc.
Cuando uno ve el video de Josep
Pámies, “Los alimentos que pisamos”, comprendes cuánto nos hemos alejado de la
naturaleza, lo poco que sabe el hombre moderno de lo que aquella le está
ofreciendo para su beneficio, para mantenerle nutrido y con vida por tanto.
Desconocemos la botánica, no sabemos cuáles son las plantas que nos aportan
salud, cuáles pueden ser utilizadas para alimentarnos, cómo son físicamente,
qué parte de las plantas silvestres que vemos casi a diario en cualquier rincón
de las calles, los patios y, sobretodo, en los campos, son utilizables; porque
como dice Josep, la vida tiene un vigor casi impensable, apenas halla una
grieta en el hormigón, aquella grieta se cubre con algunas plantas que crecen
aspirando a recibir más y más luz.
Estamos en tiempos complicados
para algunas familias, estamos en tiempos en que casi todos dependemos de ir a
un establecimiento para adquirir alimentos o no comemos, pero debemos tener
dinero o no hay comida. En estos tiempos, precisamente, con el conocimiento
adecuado podríamos alimentarnos con lo que la naturaleza nos da, y si no
llegamos a tener una alimentación completa, si que se podría conseguir un gran
aporte o complemento aunque no exento de peligros, todo hay que decirlo. La
agricultura extensiva requiere grandes producciones, crecimiento rápido y la
eliminación de aquellas plantas silvestres que pudieran ser competencia de los
cultivos; es ahí donde entran las peligrosas pulverizaciones, los herbicidas…
el veneno y, por tanto, puede llegar a ser muy peligroso recolectar plantas
silvestres de cualquier terreno del que no estemos seguro que no ha sido
rociado de esos grandes productos cancerígenos, que tan ricos están haciendo a
sus inventores y productores. ¿Qué quiere decir esto?, pues fin de la historia,
lo que venía diciendo es una realidad, la tierra nos proporciona diferentes
plantas en cada estación del año, con cualidades muy beneficiosas, con
nutrientes, igualmente, interesantísimos para el ser humano, pero te puedes
jugar la vida si lo recoges en el campo del vecino, por los márgenes de caminos
o carreteras, porque seguramente estén envenenados por la acción de los
herbicidas. ¡Qué lástima que valoremos tan poco lo que la naturaleza nos
regala!
Vivimos en el sistema capitalista
neoliberal… dinero, dinero, y más dinero. Para todo hace falta más y más
dinero. Lo que importa es que se mueva el dinero, que se produzcan ventas y con
estas los beneficios. No hay lugar para romanticismos, mucho menos para que la
gente pueda saber que hay cosas gratis, o que se pueda vivir sin currar, esas
son palabras mayores. ¿Por qué ningún Ayuntamiento planta por la ciudad árboles
con frutos comestibles?, ¿nunca se pararon a pensarlo?, y ahora esto que voy a
decir no me malinterpreten pues en mi dieta no hay carnes, pescados y cualquier
otra sustancia proveniente de animales, ¿por qué prohíben cazar palomas o
pájaros en los parques por ejemplo? En ocasiones tienen los ayuntamientos que
contratar a una empresa para que elimine parte de la población aviar de una
determinada zona porque es excesiva o molesta a los vecinos, pero no permiten
que los vecinos cacen y aprovechen las capturas como alimento. Si en los
árboles de la ciudad encontramos frutos diversos y un par de palomas
silvestres, ya tienes hecho el día, habrá quienes digan que para qué se van a
levantar temprano o se van a incorporar al sistema de “explotación” implantado.
¡He ahí el problema!, es eso lo que las autoridades, aliadas con el sistema, no
permiten.
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