Ayer perdí el coche… como Dios
manda. Lo aparqué en el subterráneo de Plaza de Armas, era la primera vez que
utilizaba ese parking. Como me conozco, apunté en el ticket el número de la
plaza en la que estacioné mi coche así como que estaba en la segunda planta
sótano. A pesar de ello no logré encontrar, primero, la entrada peatonal al
parking y, segundo, el lugar donde estaba el coche.
Si ustedes conocen este
estacionamiento de Plaza de Armas, habrán visto que exteriormente hay varias
bocas peatonales exactamente iguales, pero cada una de ellas estaba cerrada con
llave, así que iba de una a otra pero no podía acceder. Traté de hallar la
entrada de vehículos, que recordaba estaba entre un Mercadona y el Hotel.
Efectivamente, ahí estaba la entrada rodada, pero no había entrada peatonal.
Giré la vista describiendo casi doscientos setenta grados y pude ver a una
persona que entraba por una de aquellas escaleras que parecía abierta. Le seguí
y descendí un piso a sótano 1, allí había varios operarios del parking que
estaban abriendo las máquinas y sacando la recaudación, un buen taco de
billetes. Aún creía que sería capaz de encontrar mi vehículo, puesto que ya me
encontraba en el interior. Hice una pregunta rápida: ¡oiga, la plaza 655! – Sí,
tiene que descender otra planta. Bajé otra planta y cuando miro hacia mi
derecha había una gran superficie totalmente abarrotada de coches. Miré, de
seguida, hacia mi izquierda y me sorprendió que sucediera lo mismo… ¿dónde está
mi coche?
Decidí ascender de nuevo una
planta para preguntar a los empleados del parking. Me dirigí a uno de ellos -
¡Perdone, no soy capaz de encontrar mi coche!, ¿podría indicarme cómo puedo
llegar a la plaza 655? El operario se dio media vuelta y se puso frente a la
pared, supongo que estaba mirando un plano de la planta, algo que debería estar
a la vista de los clientes. Tardó varios minutos hasta que vino hacia mí y me
dijo que bajara, pero no por la escalera como me indicó la primera vez sino por
la rampa de bajada de vehículos. – Al fondo tuerza a la izquierda, de nuevo a
la izquierda y, al final, allí esta esa plaza. Seguí las instrucciones y me
llevaron al coche, ahora tenía el dilema de la salida que tenía que tomar para
llegar a donde me esperaban mis padres. Ellos se quedaron afuera esperando
porque mi madre en estos momentos necesita usar una silla de rueda y la bajada
peatonal carecía de ascensor. O sea, que si en lugar de estar el día ayer
fresco pero soleado, está lluvioso o malaje del todo, lo hubieran pasado
regular y hubieran tenido que buscar algún rincón donde resguardarse.
Me incliné por salir hacia calle
Torneo y coincidió con el lugar más próximo a donde ellos estaban. Casi no
había sitio para que se montaran y cargar la silla en el maletero, sin que se molestara
la salida de la gente que abandonaba el parking en coche. Soy muy despistado, o
mejor dicho, me desoriento con una facilidad tremenda. Siempre me ha sucedido,
voy a comprar a una gran superficie y tardo más en buscar el coche que en
comprar. Siempre le digo a mis amistades que si hubiera sido un palomo
mensajero, el mensaje no hubiera llegado nunca, me pierdo en el primer vuelo. A
mi favor diré que ni la entrada valida estaba señalizada de un modo que la
destacara de otras cuatro o cinco construcciones exactamente iguales, con su
escalera de bajada y todo, pero cerradas con llave. Y posteriormente si en cada
planta sótano del parking hubiera un plano de situación, se le facilitaría la
vida a los usuarios.
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