Ahora que estamos muy próximos a
la Navidad y los comercios se abarrotan de gente buscando regalos, llenando los
carros de alimentos exquisitos, dulces, etc., pensemos un poco más en aquellos
que no tienen dinero para hacer de estos días, días especiales con más brillo.
Hagamos un consumo razonable y compartamos todo cuanto podamos, para que la
Navidad alcance a todos y a todas.
Hay un asunto que debería mejorar
ostensiblemente, me refiero al modo en el que las grandes áreas comerciales y
las cadenas de supermercados, etc., se deshacen de los alimentos a punto de
caducar, de aquellos que han caducado hace pocos días o de aquellos cuyos
envases han sufrido algún tipo de desperfecto, golpe o se mojaron, pero que de
ningún modo han perjudicado el producto envasado. Estos establecimientos suelen
tirar los productos alimentarios enumerados a los contenedores de la basura,
cuando podían ser utilizados por las personas que viven en la pobreza, es
cuestión de un poco de solidaridad. Estos centros comerciales podían ponerse de
acuerdo con algún banco de alimentos u ONG, para que les retiraran a diario
toda la comida que ellos no creyeran oportuna exponer en sus vitrinas, pero que
están en condiciones de ser consumidas, pues ya sabemos que aunque los
fabricantes marquen sus productos con una fecha de caducidad, la vigencia del
alimento va más allá por seguridad.
Hay familias viviendo en la
puerta de enfrente, haciendo vida, aparentemente, normal que cierra su puerta
no dejando que sus vecinos vean el drama no solo de no llegar a fin de mes,
sino de no poder hacer todas las comidas. Es la pobreza de estos tiempos vivida
en silencio, para sus adentros, y esto está sucediendo mientras algunos tiran
el dinero… ¡qué mal repartido está el mundo!, esta exclamación se la he oído a
mis mayores toda la vida. Lo más penoso es que esto siga sucediendo en esta era
de avances tecnológicos e industriales excepcionales, viniendo como venimos de
unos tiempos de bonanza en los que, prácticamente, todos hemos vivido bien,
desahogadamente, pero esto parece le ha fastidiado a los que mueven los hilos y
lo han reventado para que pase lo que está pasando. Las mentes perversas que no
nos dejan vivir a un ritmo que pudiera empezar a parecerse al de ellos.
¿Para qué les ha servido a muchos
los principios de su religión, sus creencias, sus dioses y esos comportamientos
“puritanos”? – Para nada, no les ha servido para nada – No aprendieron nada, no
comprendieron nada, no hay compasión ni solidaridad en ellos. No existe el amor
por el prójimo ni el sentido de ayudar, dar una mano para que el otro se pueda
levantar. En África si no tienes tu propia vaca, tu pedacito de terreno para
cultivar y si no llueve… estás muerto, muerto de hambre y cercano al tránsito,
enfermo esperando que llegue tu hora, te sabes castigado por tu Dios y sin
comprender por qué el Dios decide que tú no puedes vivir más. Eso es en África,
pero aquí está sucediendo algo similar, no nos explicamos por qué el Dios de
algunos ha decidido que haya unos cuantos que tengan mucho y muchos que tengan
tan poco o nada. Ya sabes, es casi Navidad pero no podemos dejar de lado a
todas esas personas que necesitan seguir comiendo, algo básico y vital para
seguir aquí con nosotros, no lo olvidemos, sobre todo, ahora que nos resulta
más fácil tirar de la tarjeta y gastar.
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