Ayer vi un video de Julio
Anguita, dirigiéndose a la gente de los campamentos de la Dignidad, y lo dijo,
lo mencionó, estamos inmersos en una cleptocracia, una palabra que define a la
perfección nuestro sistema político. Léanlo y después comprendan que el Estado
actual no es una democracia ni algo parecido. En una cleptocracia gobiernan los
ladrones como bien nos están demostrando con los innumerables casos de
corrupción, y de este modo de gobernar se deriva no solo el propio robo de
capitales con todas sus variantes: fraude (engaño o abuso por el que se obtiene
un beneficio ilegitimo), latrocinio (robo continuado a terceros), o
malversación (consentir que alguien sustraiga caudales públicos que tiene a su
cargo); sino que también tienen cabida el nepotismo (enchufar a dedo en las Instituciones
a familiares y amigos, sin atender a méritos ni superar pruebas de ninguna
clase), y el clientelismo político (conceder favores y prestaciones a cambio de
apoyo electoral).
Como observarán estamos sufriendo
mucho de esto, sobretodo, en los últimos años. Los que siempre nos han robado,
antes se quitaban el antifaz de ladrón para que no se les reconociera, pero
hemos llegado a un nivel de sinvergonzonería que les da lo mismo llevarlo
puesto todo el día; dan el sablazo allá donde haya posibilidad de trincar.
Acumulan dinero en una carrera sin una meta establecida mas que superar al
adversario en número de votos, y para ello han de gastar más que los demás: más
vallas publicitarias, más publicidad radiofónica, televisiva, más folletos
repartidos, llegando a más gente en un medio electoral dopado por todas estas
irregularidades e ilegalidades.
Que nadie nos vuelva a engañar
con el cuento de la democracia, pues este sistema impuesto y establecido por
los delincuentes de arriba, no se puede seguir llamando así. Aquí está cada
cual tratando de llevarse cuanto puede para sí y para su partido; sin importarle
nada las repercusiones de sus actos, sin temor alguno a la justicia porque no
hay separación de poderes, la justicia se encuentra secuestrada y entra dentro
de ese clientelismo político, que le asegura su puesto de trabajo en el
Tribunal Supremo, en las Audiencias Provinciales, etc. Por tanto, hay muchos
jueces y fiscales que no se atreven a morder la mano de su amo, dando lugar a
la impunidad reinante en el Estado español.
El político que toca poder se ha
convertido en el señorito del cortijo y el resto de la gente próxima o lejana,
tratados como lacayos a su servicio. Por otro lado, estos políticos han dejado
de comprender la distancia que existe entre los caudales públicos y los dineros
privados, trincando todo cuanto pueden, procurando comisiones y donaciones
provenientes, la mayoría de las veces, de empresarios a los que benefician con
las adjudicaciones de obras y servicios, a veces también de las
privatizaciones. Y para redondear la faena, han instalado en el arco
parlamentario e Institucional una especie de impunidad terrible. Terrible para
nosotros y fabulosa para los delincuentes, a los que no se les juzga, se
retrasan los procesos judiciales con mil y una triquiñuelas hasta que los
delitos prescriben. Tampoco se les exigen lo robado, ni se legisla para que así
sea. España no ofrece servicios de paraíso fiscal a otros malhechores, tan solo
se permiten estos servicios los gobernantes… ¡con qué descaro ha sido probado
que el PP ha estado continuamente moviendo dinero negro!, y sin embargo, ahí
los tenemos gobernando el país, ¿hay justicia en España?
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