Tengo cincuenta y ocho años, pero
no había visto nada igual, la gente del PP es un clan mafioso sin género de
duda. Cuando Bárcenas ingresó en la cárcel, el presidente del Gobierno de
España no tuvo ningún pudor en mandarle varios SMS, en los términos que todos
conocemos. Hoy hemos sabido que el hermano de Ignacio González, ex presidente
de la Comunidad de Madrid, se reunió hace unos días, antes de que le echaran el
lazo, con el segundo de a bordo del Ministerio de Interior, o que el Ministro
de Justicia se comunicaba por whatsapp con Ignacio González, una vez había saltado
a la luz todo el escándalo del Caso Lezo. Estas gentes son una banda, un clan…
una mafia que se apoyan entre sí, al margen de los cargos públicos que
ostenten, esté o no bien visto… tienen el rostro de cemento armado… les da
igual de todo, estén o no en el Gobierno y utilizan las Instituciones como
mejor les conviene.
Quitan y ponen a los jueces y a
los fiscales, para conseguir la composición que más les beneficie y que más
miren hacia otro lado cuando los casos de corrupción lo protagonizan las gentes
del PP. Desde el primero al último son embusteros compulsivos, con tal de no ir
en contra de los delincuentes que se cobijan bajo sus mismas siglas. Lo que no
tienen en cuenta es que se les graba y, posteriormente, los medios de
comunicación difunden lo que dijeron y lo que dicen ahora… la incoherencia es
morrocotuda. De verdad que lo que se ha implantado en la España política
actual, yo no tengo consciencia de haberlo vivido en otro tiempo; no estoy
queriendo decir que no hayan robado antes, los anteriores, los de otros colores
y siglas…, no digo eso. Por el contrario, sabéis que en otros escritos abogo
por una auditoria desde que se inició la transición, auditar a los primeros
partidos de la “democracia”, todas sus decisiones y adjudicaciones, revisando
el empleo de todo el dinero público, hasta conocer qué se ha hecho con él, a
dónde ha ido a parar, en qué se ha invertido… y que todas las cuentas contables
estén cuadradas y bien cerradas. Al mismo tiempo, sabéis que he pedido muchas
veces que se elimine el privilegio de la prescripción de delitos, al tiempo que
se exijan los dineros robados a los españoles y españolas.
Hay mucho que hacer para que a
los delincuentes no les salga barato robar. Cumplimiento de la totalidad de la
condena, y si al finalizar la misma, aún no ha devuelto el dinero sustraído, ha
de seguir en la cárcel… pero ni tercer grado ni leches, hasta que suelta la
panoja. ¡Ah!, las cárceles hay que convertirlas en fábricas, para que los reos
trabajen mientras cumplen los castigos o penas, pues han de generar dinero para
sus familias y parte de lo ganado será para ir resarciendo a la sociedad, o a
las víctimas, por el daño causado. Hay que ir a una sociedad que sea implacable
contra los corruptos y los corruptores. Debemos librarnos de esta lacra social,
que empobrece al país y a las personas, impidiendo tener una economía más
saneada con la que hacer frente a los servicios públicos necesarios para
asegurar el bienestar de la ciudadanía.
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