A mí que me perdonen, pero estas fiestas de lo absurdo, de verse la gente en la calle maquillada como si tuvieran graves heridas, ya me dirán dónde está la gracia y lo hermoso de conmemorar nadie sabe qué, pero que solo da rienda suelta a la diversión, que parece la tenemos reprimida, y aprovechamos cada idiotez como ésta para manifestarla.
Halloween nos llegó desde afuera, como Papa Noel, y nosotros que somos tan tontos las acogimos, las vamos haciendo nuestra, sumamos motivos para gastar dinero, para hacer regalos y para quitar protagonismo a las fiestas asentadas desde hace muchos años. Los comercios muy contentos, la Administración que recauda IVA, todavía más, y damos poder a lo foráneo frente a lo nuestro, a nuestras tradiciones, aunque yo tampoco sea muy defensor de las mismas, pero en el caso de tener que hacerlo frente a lo que nos imponen y nos invade, por supuesto que sí salgo en su defensa.
La gente pierde el culo con dar motivos a los más pequeños para que se diviertan, pero no les sucede lo mismo con algo que es primordial... educarles adecuadamente en el respeto hacia los demás, los egos se imponen, y seguimos poniendo por delante a los nuestros, no sabemos educar en que el otro es como nosotros, en que no debemos hacer daño a nadie, en que debemos respetar a todos, en que hay ciertos comportamientos que se deben evitar, porque molestan a los demás. Los padres dejan que los hijos griten continuamente, y en casi todos los lugares donde los más pequeños juegan, sean lugares apropiados para ello, o no. La gente permite a sus hijos que celebren fiestas en los jardines de sus propiedades, hasta altas horas de la noche y con la música a todo trapo, sin pensar en absoluto en sus vecinos, porque es solo un día, y me pregunto: ¿Qué derecho tiene a dejar una noche sin dormir y sin descasar a todos los vecinos que les rodean?
La gente le compra motos, coches o Quads, ruidosos, que conducen en según qué lugares, sin los carnets o permisos obligatorios, sin seguros, a todas horas, muchas de ellas de descanso. Los padres no les obligan a que no modifiquen los escapes, y muchos de los jóvenes trucan los escapes de sus vehículos produciendo grandes y molestos estruendos cuando aceleran, eso no es educar para el respeto a los demás, porque sus egos y el no contradecir a sus hijos, se lo impiden. La guía de los padres para con los hijos es algo continuo hasta que adquieren cierta edad, en la que consideramos que pueden ir por su cuenta, pero ya el trabajo ha de estar hecho, y no se suelta al mundo a un individuo molesto, violento y hasta peligroso.
En conclusión, que nos dejamos comer el coco con mucha facilidad, que damos importancia a todo lo que en el fondo no la tiene, y sin embargo pasamos por alto temas importantes que aportan valores a las vidas de los más pequeños para convertirles en futuros ciudadanos que sepan convivir conforme a esos valores.
Seguiremos...
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