domingo, 6 de abril de 2014

TENEMOS QUE AMAR


¡Que poco vale la vida de unos ciudadanos para otros ciudadanos!, hay personas ignorando los derechos de otras personas, hay personas ciegas que están interpretando que ellos tienen todo el derecho a vivir y vivir bien, mientras que ellos mismos están creyendo que otros muchos, o no los tienen, o deben vivir en condiciones precarias, bien sin hogar, bien sin alimentos, sin trabajo, sin atención sanitaria, educación, etc.
Los humanos nos estamos equivocando al mantener un sistema egoísta, donde la norma es: primero yo y los míos, a una gran distancia todos los demás. Esto es un grave error, semilla de las desigualdades, de la rivalidad, de la injusticia, que trata inútilmente de distanciarse de los demás; una distancia que siempre será aparente puesto que lo que es lo mismo, es indivisible. Es un espejismo verse distanciado, producto de la enfermedad mental y el desequilibrio que estamos padeciendo; el hombre actual está enfermo sencillamente.
Falta conocimiento de uno mismo y de la humanidad, falta autorealización, no basta con estudiar mucho, este extremo se ha de complementar con el autoconocimiento y la sociedad ignorante no promociona esta cualidad del ser humano; entre otros motivos, porque no le interesan a los explotadores, abducidos por el capital salvaje y bestial, que está arrasando la inteligencia global. Nos imponen las normas de mercado, las costumbres, las disciplinas consumistas; nos someten al concepto de competitividad que a ellos les va mejor, nos endeudan a su conveniencia y todo ello para seguir enriqueciéndose a costa del debilitamiento de los ciudadanos trabajadores, honrados y honestos; todos aquellos valores que ellos no son capaces de alcanzar.
El humano está jodiendole la vida a sus semejantes, ¿hay algo más absurdo?, si el reparto de las riquezas fuera más uniforme, si a otros que son iguales a nosotros, les importáramos más; alcanzaríamos vivir todos mejor, más dignamente, como nos corresponde hacerlo. Somos seres inteligentes y no basta con decirlo, con que se nos llene la boca al decirlo, debemos expresarnos desde el corazón. Se ha terminado el tiempo para seguir tonteando y desperdiciándolo, es vital cambiar, es vital dejar de tratar de engañar a nuestros semejantes o de que no nos importe la vida y el bienestar de los demás. Ellos son igual que nosotros, todos somos lo mismo, aquello que tengamos que conseguir, debemos hacerlo entre todos. Colaborando unos con otros y procurando que el otro se encuentre bien, preocupándonos por los demás, vamos a llegar más lejos, vamos a construir empresas más importantes que si luchamos solos de forma egoísta.

¡Despertemos de una vez por todas!, dejemos la maldad a un lado, dejemos el rencor, dejemos el odio; comencemos a amar la vida, la vida de calidad, la vida donde cabemos todos y donde se hace necesario que marchemos todos. Hay que olvidar las rencillas, hay que perdonar, hay que tener disposición de ayudar, tiene que haber entrega, debemos hacer más gestos de amor hacia el prójimo. Es hora de agrandar el pequeño círculo de cada uno de nosotros, para que vayan entrando más y más personas. 

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