domingo, 6 de abril de 2014

BOCHORNOSO ESPECTACULO


Hoy hablaré del bochornoso espectáculo del ambiente futbolero, que ofrecen los padres, principalmente, en las categorías inferiores, donde juegan los chavales.
Afortunadamente, mis hijos ya son mayores y por tanto hace años que ya pase por esto y quedó atrás. Desde hace unos meses asisto a partidos de la categoría de cadete de primer año porque juega un sobrino mío y claro, me he encontrado inmerso en este mundo que lo tenía completamente olvidado.
Han pasado más de diez años desde que veía a mis hijos jugar, pero el catastrófico ambiente de agresividad, insultos y todo el repertorio de falta de educación, respeto y civismo, sigue intacto, tal cual lo dejé entonces. Los padres siguen calentando los partidos con sus insultos, con sus protestas, con su arbitraje desde la grada, con las frases que les dirigen a los árbitros y jugadores sin pararse a pensar un poco, sin frenar su agresividad y vehemencia, mucho menos su verborrea. ¡Que son chavales, tanto unos como otros!, tanto los jugadores como el arbitro.
No digamos, cuando se juega contra el equipo de un barrio “marginal”, de menos medios, donde viven un gran número de personas con menos recursos, estudios, etc., esto se hace patente en sus chavales y ya entonces, las agresiones no solo salen de la grada en forma  vociferada, sino que juegan agrediendo, intimidando a los jugadores contrarios. En estos casos, el arbitro se encuentra intimidado, cohibido o como se dice vulgarmente: “acojonado”, pues no deja de ser un muchacho y el partido se le va de las manos. Los jugadores que están sufriendo las agresiones también tienen padres y la cosa se pone pero que bien calentita, hasta el punto que siempre hay alguien que llama a la policía porque ve que allí se va a armar la de San Quintín.

Esto no es deporte, la rivalidad propia de dos equipos que se enfrentan para conseguir la victoria, trasciende las normas del juego, no se juega a futbol si no a dar patadas, codazos y empujones, muchas de las veces, la mayoría, sin tener el balón en juego. Esto no es futbol, esto es jugar a imponer la ley de la fuerza arropado por una cantidad de energúmenos gritando. Personas que han dejado de serlo, que son fieras deseosas de agredir a otras personas, cuando debería ser un rato para pasarlo bien y aceptar los resultados con deportividad. En estos partidos conflictivos se observa como hay entrenadores que enseñan a los niños malas artes, en lugar de enseñarles a jugar al futbol, esto es duro y parece una acusación muy fuerte, pero vean un partido contra el equipo de un barrio “marginal”, verán que sucede, se les quitan las ganas de volver a ver un partido de futbol de estas categorías.

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