sábado, 18 de enero de 2020

EL POLVORÍN PETROQUÍMICO DE TARRAGONA

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                                 Imagen: www.elmundo.es
Algunos dirán que las cosas suceden porque tienen que suceder y así lo justifican todo, pero es que a veces suceden las tragedias porque no se subsanan asuntos y déficits detectados, sino que se suplen con sanciones y se va dejando pasar el tiempo hasta que revienta, literalmente, el asunto. En este caso, según apuntaron los medios de comunicación, la factoría había sido amonestada y sancionada hasta en cuatro ocasiones, y la pasividad de las autoridades, o la lasitud de las leyes existentes, dieron lugar a que la petroquímica reventara como una monstruosa pirotecnia, haciendo llegar piezas de centenares de kilos a varios kilómetros de distancia, provocando varios fallecidos. El mal ya está hecho, la factoría medio destruida, seguramente dirán que todo estaba en orden como suelen decir en estos casos para difuminar y eludir responsabilidades, o que no tienen liquidez para hacer frente a los daños ocasionados, algo que también es muy corriente… ¡como aquí casi nunca pasa nada a los infractores!
Hay varios asuntos a tener en cuenta, por un lado, ¿cómo podía estar una fábrica tan peligrosa rodeada de viviendas?, ¿quiénes concedieron los permisos a unos y otros?, o sea, quiénes permitieron que las viviendas se construyeran tan próximas, o la fábrica se ubicara a tan poca distancia de aquellas. Por otro lado, si era sancionada continuamente, qué estaba mal y no se corregía. ¿Por qué se permitía su funcionamiento?, una vez más el dinero, los puestos de trabajo, todas las excusas vienen bien menos que se hicieran las cosas adecuadamente. Ahora, como casi siempre, no habrá responsables, todos dirán haber cumplido con sus obligaciones, pero no debe ser así cuando la fábrica ha reventado…, dirán que fue un accidente, algo fortuito, y como de esto no estamos nadie libres, resultará la excusa perfecta. O sea, podemos sacar una conclusión de lo sucedido: mejor no invertir en reparar, es más económico pagar sanciones e ignorar a las autoridades, y si algo sucede…, es un accidente inevitable, fueron las malas condiciones climáticas, un rayo que alcanzó el tanque que contenía un gas muy peligroso e inflamable, etc., todo vale, ¿a ver quién es el guapo que lo desdice?
Los accionistas, los que se reparten cada año los beneficios de la empresa tendrán algo que decir y mucha pasta que soltar, sería lo correcto. Los accionistas debían saber que la empresa estaba siendo sancionada por alguna deficiencia, siempre es así, pero siguieron pelando marisco, levantando las copas, brindando y abriendo las carteras para recibir los dividendos. Y eso sucede porque nadie se atreve a meter en mano en las fechorías empresariales. Ningún político se atreve a proponer una ley de expropiación industrial para cuando un incumplimiento es repetitivo. En esos casos en los que habiendo sido detectadas deficiencias no se atienden, se les aplica la ley de expropiación, el Estado se hace cargo de la empresa, subsana el mal, sigue la plantilla haciendo lo que sabe hacer, se pone al frente un equipo independiente elegido por concurso público de méritos… y a seguir funcionando. No todo va a ser privatizar, como sí pusieron de moda los políticos hace cuarenta años. Si sus leyes permiten que el colectivo social del Estado español pueda perder interesantes empresas de sectores estratégicos y rentables, es lógico pretender que podamos hacernos con empresas, igualmente rentables, que incurren a propósito en acciones de desobediencia a las leyes o a las autoridades que velan por la seguridad y el bienestar de todos.
Si a la segunda sanción, se le hubiera aplicado la expropiación de la fábrica y se hubieran subsanado los fallos apreciados, probablemente no estaríamos hablando del bestial incidente pirotécnico y mortal. Al minuto, ya estaban las autoridades diciendo que no se había dispersado sustancias tóxicas o peligrosas, ¿ya se sabía realmente que era así?, ¡cuánto temen las autoridades al pánico de la población!, como ellos pueden decir siempre lo que quieran y nosotros nos lo tenemos que creer, ¿a ver quién es el guapo que dice lo contrario, con qué equipos contamos para verificar o contradecir sus afirmaciones? Aprovechando haber llegado hasta aquí, me gustaría enlazar con algo que creí oír hace unos días con respecto a los alimentos más dañinos, me pareció escuchar que iban a tomar medidas para paliarlo… subir los impuestos de esos alimentos insanos, ¿no sería mejor prohibir su comercialización?, el tabaco anuncia en la cajetilla que mata y la gente sigue comprándolo y consumiéndolo lamentablemente, aunque los impuestos se los hayan elevado en varias ocasiones, ¡esa no es la solución!, así solo se recauda más. Si verdaderamente se quiere hacer el bien por la gente, lo que se ha de hacer es retirar la mierda de las estanterías de los comercios.

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