lunes, 24 de agosto de 2020

SEGUIMOS ENFRASCADOS

 

Cuando recorro la red social que frecuento, siento, con gran pesar, que la gente está indignada con el de enfrente, haciendo un gran esfuerzo por herirle e insultarle. Observo que se está produciendo una fuga de energía bestial, y que el éxito de los que desean que la sociedad sea eso, una pugna continua que no va a ningún sitio, lo han conseguido. No seas parte de la fragmentación social. Nos dividen por partidos políticos, por sentimientos religiosos, por equipos de fútbol, etc., y eso nos hace que estemos rivalizando con los que consideramos contrarios o adversarios. Se solo parte de la humanidad. La izquierda, la derecha, los del centro, los de más hacia los extremos..., todo es un cuento para que pasemos la vida pugnando en lugar de colaborando y construyendo un mundo más humano. Es la estrategia de los que ostentan el poder.

De la situación que padecemos en cada momento, solo culpo a los políticos, porque ellos son los que tienen potestad para legislar de un modo diferente. Eso sí, sus intereses se lo impiden. A pesar de que a los políticos les hago principales responsables, no podemos exonerar al cien por cien a la ciudadanía, que recibiendo las sutiles directrices es incapaz de discernir por sí misma, hasta descubrir el juego macabro de ruptura de lazos sociales y humanos a los que nos someten para evitar que alcancemos el peso suficiente, que haga peligrar el dominio actual de aquellos que nos tienen sometido bajo el falso nombre de Estado de Derecho o supuesta democracia. Si los políticos legislaran a favor del pueblo, seguro que serían algo más pobres y tendrían menos perspectiva de tener un sillón en algún Consejo de administración, pero serían muchos más honestos.

Es evidente que en esta sociedad cada cual piensa de una manera diferente, pero lo lamentable es que llegue a ser algo irreconciliable y nos enfrente. Si toda la energía que empleamos en tratar de hundir al de enfrente la empleáramos en apoyarnos para conseguir objetivos concretos, nada se nos resistiría. Dejemos a un lado el ego individual para poner por delante, aunque solo sea una vez, el sentimiento colectivo. La solución a todos los problemas o desequilibrios que observamos en la sociedad tiene que venir de la unión de las personas, que aún pensando de modo diferente, la riqueza de la diversidad no se oponga a la solidaridad y al sentimiento de formar parte del todo. Hace falta la revolución de la humanidad, la del capital ya tiene a medio mundo en ruina. No puede estar todo al servicio del dinero, ni se puede despilfarrar como medio para conseguir lo que se necesite. Mucho menos, se puede robar el dinero que es de todos, y fue recaudado por la fuerza para hacer frente al pago de los servicios públicos. No se puede vender lo que es público y rentable para que algún amigo de alguien se haga más rico, al tiempo que te asegure, solo a ti, un futuro espléndido. Los demás también existimos, los demás también tenemos familias, tenemos gastos y necesidades básicas y vitales. No se puede ser tan insensible con los demás, con el padecimiento ajeno. Ellos también son personas como tú, tienen hijos y tienen padres… ¡tienen derecho a vivir! A mí no me preocupan los que ya supieron encontrar un buen puesto de trabajo, sino todos aquellos que siguen buscándolo y necesitan ingresos para vivir. La pasividad e ineficacia política mantiene, a lo largo de los años, la cifra terrible de personas en paro. Ya hemos aprendido a vivir con ella, es una integrante más de las estadísticas del país, de la numerología que parece ofrecerse con naturalidad, cuando lo que significa es terrible… gente excluida del sistema, a veces por edad simplemente, sin importar en lo que pueda ser buena, qué experiencia acumule, qué valores pueda aportar a una corporación o al conjunto de la sociedad.

Se está jugando un partido a puerta cerrada para la ciudadanía. Los jugadores son los políticos. Ellos blindaron el sistema para que se haga lo que ellos digan y les provea de prebendas y demás privilegios. Nosotros somos colaboradores necesarios para que el fin de la clase política sea logrado. Volviendo a las redes, aprecio que tener muchos puntos de vistas es magnífico y nos hace evolucionar, por qué, entonces, solo veo gente defendiendo el suyo y peleando o despotricando del que piensa diferente. Estamos todos subidos al mismo barco y no dejamos de alborotar. Lo más probable es que lo volquemos y caigamos al agua. Apacigüémonos, decidamos a dónde queremos llegar y ajustemos el rumbo. Nadie sobra en el barco, todos podemos realizar alguna tarea necesaria para conseguir una feliz travesía. Es necesario que nos demos cuenta de ello.

 

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