domingo, 1 de junio de 2014

HOY ES DIFERENTE




Hoy es domingo y recuerdo los años anteriores, cuando en días tal como este, me sentaba a ver las retransmisiones del campeonato del mundo de motociclismo. Era algo que me gustaba y esperaba con cierto entusiasmo, pero como ya saben, este año esto ha cambiado, si quieres ver las motos o lo haces a horas imposible, de madrugada, tendrías que pasarte toda la noche en vela para ver las tres categorías o tienes que ver televisión de pago.
Ha llegado el listo de turno y ha impuesto la ley del negocio sobre la mesa, si quieres ver las carreras tienes que hacerlo a través de algún canal de pago o te jodes. Claro, he optado por lo segundo y se me ha olvidado que en años anteriores lo pasaba tan bien aquellas mañanas de carreras. Era como un espacio sagrado, era una mañana muy especial para mí, disfrutaba mucho y de verdad que lo había olvidado, pero hoy se me ha venido a la cabeza.
Afortunadamente, soy persona que no suelo apegarme a las cosas y mientras están las disfruto y cuando dejan de estar las echo poco de menos. No obstante, hoy me he acordado de aquellos buenos momentos, pero que sepan los de las teles de pago, que voy a seguir viviendo sin pagarles teles y que cuanto más acoten el territorio, lo que van a conseguir es que no haya tele en casa. Menos ruido, menos distracción y más tiempo para emplearlo en otras cosas más importantes o útiles.
Hay tantas cosas que hacer, hay tantos hobbies tan hermosos, que la tele solo resulta una distracción. Una distracción que requiere mucho tiempo y que se le preste atención con todos los sentidos, pues te resulta imposible hacer otra cosa mientras la ve y la escucha.
Las empresas se crean para dar un servicio, pero sobre todo sus dueños tratan de ganar dinero dando el servicio. Lo segundo es lo primero para casi todo el mundo y por supuesto, si pudieran ya nos hubieran puesto un contador en la boda y en la nariz para cobrarnos el aire que respiramos; a algunos les hubiera gustado y no quiero dar ideas, pero todavía esta por ver que se inventen un argumento cutre, algo así como que el recurso se está acabando y que hay que pagar por ello.
Una variante frecuente de cómo empezaba el anterior párrafo, es que muchas empresas cobran sin llegar a dar el servicio, pues aunque aparentemente lo hayan dado no lo hicieron, porque dar el servicio no es hacerlo de cualquier forma, algo muy usual en la actualidad. Dar un servicio tiene unas connotaciones añadidas de calidad tanto en la forma de trabajar, acabado, como en perfección. Hay servicios y servicios, o sea que hay cantidad de empresas haciendo chapuzas por su falta de profesionalidad y porque ante ponen el euro a la satisfacción del cliente, lo que a medio y largo plazo es un error absoluto. En el corto plazo, se mantienen del engaño de patas cortas, aunque su forma de trabajar activa el boca a boca y a la larga les va a perjudicar gravemente.
Muchas empresas tienen demasiada prisa, atienden para salir del paso, no hacen un trabajo esmerado porque dicen les afecta a sus costes o porque quieren atender a más clientes de los que su infraestructura tiene capacidad de atender. Los trabajos garantizados de hecho no de palabra, brillan por su ausencia. La vocación por el trabajo bien hecho y el logro de alcanzar la satisfacción de los clientes, es de otros tiempos; ahora solo quedó la afición por el dinero.

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