domingo, 22 de junio de 2014

CARMONA ES MUCHA CARMONA




Soy de Sevilla, nací allí, pero un día, hace treinta años, me empadroné en Carmona porque a su término pertenecía la urbanización que elegí para vivir. Durante estos treinta años, visité Carmona esporádicamente, casi siempre por motivos burocráticos; temas que tenía que resolver con la Administración. Lo cierto es que no conocía Carmona, nunca la había transitado a fondo, no había aparcado la prisa para poder admirarla como se merece.
Sin embargo, este último año la he vivido intensamente, casi he puesto mis pies en cada calle y he doblado casi todas las esquinas de sus quebradas y angostas calles. Calles que se encargaron los árabes de proyectarlas para que vivir aquí no estuviera reñido con la sombra, a pesar de que en Andalucía brilla el sol casi cada día del año. Innumerables calles de esta singladura conforman los barrios del casco histórico de Carmona, que aún conservan la esencia de aquello que fue en sus días. Cuando la tranquilidad inusitada del paseo te invade, presientes que en cualquier instante te puede abordar un personaje de aquella época con chilaba y turbante.
Carmona es mucha Carmona, pues su riqueza patrimonial no es cualquier cosa, cada calle viene a desembocar a un conjunto arquitectónico de la antigüedad: una fortaleza, una iglesia, un convento, una casa palacio, sin dejar atrás a la fabulosa necrópolis, una de las más importante de Europa. Carmona tiene mucha historia a sus espaldas, la huella dejada por las diversas civilizaciones que poblaron esta tierra, ha sido enormemente generosa para ser mostrada y vivida, tanto por los carmonenses como por los visitantes.
Carmona es hospitalaria, acoge al turismo con los brazos abiertos y con sumo respeto, pues el carmonense está acostumbrado a ver a diario a visitantes transitando por las calles de esta bella, blanca y limpia ciudad. Carmona es desde hace muchos años un destino turístico mundialmente conocido, recibimos visitantes desde todas las partes del mundo y tenemos la gran suerte de que por fortuna, atraemos al turismo japonés.
Carmona tiene arraigado como medio de vida la agricultura, abunda el cultivo del cereal y más concretamente el del girasol, esta es la razón de que vengan a visitarnos los nipones. La planta del girasol tiene connotaciones sagradas para esa cultura y Carmona tiene grandes extensiones de este cultivo, que tanto ama el pueblo de Japón.
Carmona satisface a todos, a los que buscan la tranquilidad, a los que quieren encontrarse con la historia, a los que desean saciar su exigente paladar con una gastronomía típica y tradicional, elaborada con productos de sus campos; a los que gusten de sentirse bien acogidos, sin menospreciar el entorno paisajístico rural, que invita al senderismo y a la libertad. Carmona es todo esto y mucho más.

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