domingo, 10 de febrero de 2019

MENOS VENEZUELA

                                                             Imagenes: Aleteia.org

Empezaría por preguntarme si bloquear la ayuda humanitaria es querer más o menos a Venezuela, porque Venezuela es la gente de allá, o ¿qué entendemos por amar un país, quizás, amar al suelo, la tierra, los edificios, las calles? Todo en su conjunto nos podrá gustar más o menos, pero hacer algo por un país, debe ser hacer algo por su ciudadanía, no creo que esté diciendo un disparate.
Claro, si entra la ayuda humanitaria es que el país rico en petróleo, al mismo tiempo, está en las últimas cuando no tiene suficiente riqueza como para que su gente pueda comer, vestir o tener medicamentos básicos para poder tratar las dolencias de las personas que enferman. Si entra la ayuda humanitaria es reconocer tu inferioridad, tu incapacidad para gobernar adecuadamente un país. Entonces, ¿es una estrategia del actual gobernante, mantener tal nivel de deficiencia o pobreza?, ¿desea manejar a la gente por el hambre?, ¿está castigando al pueblo y llevándole a la desesperación por una estrategia que desconocemos?, ¿quiere al pueblo con los estómagos vacíos y rendido a sus pies?, caben todas estas dudas, ¿no les parece?
A pesar de que el foco mediático esté puesto en Venezuela por razones obvias, como ya dije en el anterior escrito sobre el tema, me vuelvo a reiterar en que hay demasiadas zonas deprimidas en el Planeta, sin que los medios martilleen nuestras cabezas a diario en busca de una solución o, al menos, para remover las conciencias de todos y, en especial, de los poderosos que se han hecho con las riendas de toda esta locura de mundo desarrollado o primer mundo. De nuevo, un término que nos ha sido dado para diferenciarnos y alejarnos de lo que entre todos estamos construyendo: el clasismo, los de arriba y los de abajo, los que van por delante y los rezagados, los que comen a diario y los que mueren por no comer. Los que pasean en Porsche, Ferrari, Mercedes, Rolls Royce, etc., y los que ni siquiera tienen sandalias para caminar. Los que se pasan media vida de vacaciones tomando baños en el Caribe o en las piscinas climatizadas de los complejos hoteleros de lujo, y aquellos que no tienen ni siquiera agua potable que beber. Los que mandan a sus hijos perfectamente uniformados como si los chicos fueran a asistir a una boda, y aquellos que no pueden ni tienen acceso a la educación y, apenas, ropas con las que cubrir sus cuerpos. Por tanto, vuelvo a preguntarme: ¿qué sucede con Venezuela que no esté ya sucediendo en buena parte del mundo, pero que no debiera estar aconteciendo ni en un lado ni en el otro? ¿Qué hace la humanidad para solventar esto, mandar camioncitos de ayuda?, ¿quién se beneficia de las ayudas, cuánta llega a los verdaderos necesitados?, ¿no es hora de poner en producción las zonas más pobres?, ¿se teme la competencia de esas gentes o, acaso, se teme que se extingan los modernos esclavos?
Cuando se mantiene a personas sumidas en esta esclavitud para poder pagarle con algo de pan y un plato de mala comida, no se tiene corazón, no se es lo suficientemente humano, se es cruel, se es un terrorista, se es un genocida. Que cada gobernante, y cada persona con poder en el mundo, a la vista u oculto, se lo aplique a sí mismo, que se aplique todos esos calificativos que he mencionado. Cuando los Estados de unos y otros países autorizan ese nivel de infra vida es porque, sencillamente, ignoran a las personas, ignoran a la humanidad, están destruyendo el futuro de nuestra civilización, empeoran el avance, el progreso y el desarrollo, están creando una pantalla o un telón, que mantienen bajado, para que no se vea demasiado lo que ocurre al otro lado del mismo. En la conciencia también están todas esas personas a las que excluyen estos desaprensivos, estos asesinos. No podemos marchar ni ser plenamente felices si vamos creando dolor y sufrimiento para poder andar. Solo cuando lo que nos rodea es optimismo, el clima es optimista y nosotros nos contagiamos de esa cualidad… igual con las demás cualidades.

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