sábado, 25 de mayo de 2019

A POR LA PASTA



Hay demasiada gente trabajando sin sentirse integrada en su empresa y sin amar lo que hace, que solo acude cada día a hacer lo mínimo que su empresa le tolere, con tal de llevarse las perras. Esto es una desgracia para las personas que lo padecen, que no son otras que los mismos trabajadores, los empresarios y los clientes o usuarios que consuman bienes o servicios de esas empresas, puesto que la calidad del producto o el servicio de que se trate se verá afectado de esa falta de motivación en el trabajo.
Voy a comenzar por citar algo que he visto en varias ocasiones, me refiero a la empresa pública de limpieza de calles LIPASAM. He observado que se desplazan dos personas, una saca una desbrozadora del vehículo, se pone los EPIs y comienza a trabajar. La otra persona es el conductor, se baja y saca el móvil para llevarse media mañana jugando con él. La calle, además de hierbas silvestres, está llena de hojas caídas de los árboles así como de bastantes cacas de perros, pero eso parece no ser motivo suficiente para que esa otra persona que juega con su móvil, coja herramientas y desee dar la mejor impresión a la ciudadanía, para que quiera dejar en el mejor lugar posible a su empresa y deje, al irse, una calle por la que dé gusto pasear… seguramente dirá que su función como conductor es llevar a su compañero al tajo, como si aquel no supiera conducir, ¿por qué la empresa pública permite que unos trabajen, mientras otros solo conducen un poco y juegan o pierden el tiempo a destajo?
No es ese un caso aislado, por aprovechar el término que acuñaron los que tanto nos han robado en los últimos años, el caso citado es real presenciado por mí. Ayer se volvió a repetir: coche de LIPASAM, una persona rodillo en mano pintando la pared de un instituto de Sevilla, tratando de hacer desaparecer unas pintadas realizadas sobre la misma, y un compañero “conductor”, supongo, recostado en una barandilla, móvil en mano, parece ser el deporte nacional de la vagancia, sin hacer nada y la calle intransitable de hojas y otras cosas desprendidas de los árboles de la zona, que por cierto hay muchos. No faltaban a pocos metros de donde estaban esos trabajadores de LIPASAM, varias latas y botellas por los suelos. Es por ello, que al instante me di cuenta que falta amor hacia su profesión, integración en su empresa, profesionalidad, deseo de ofrecer lo mejor, y lo que si hay es, demasiada vagancia.
Todos tenemos o casi todos tenemos carnet de conducir, no hace falta que en los trabajos nos tengan que llevar, o que se tengan que pagar salarios solo por conducir un rato cada día, ¿se imaginan que al vendedor de una empresa le tuvieran que poner un chofer para ir a visitar a sus clientes?, sin embargo, en el asunto público sí que hay mucho de eso, por ejemplo el chofer para llevar al médico a hacer las urgencias, el chofer de las ambulancias, el chofer de los políticos, etc. El que tenga carnet de conducir que conduzca, pero que cuando llegue al tajo, que trabaje, que haga algo como sus compañeros, que adecente las calles, que en este tiempo en el que todo florece y donde tanta vida se manifiesta, es necesario trabajar para tener una ciudad presentable. No podemos caminar casi sin ver ninguna losa del suelo porque todas, o casi todas, están cubiertas de porquería, amén de los botes, las bolsas de gusanitos, los tetrabriks típicos o las botellas de cerveza.
Si cada uno de nosotros diera lo mejor de sí porque deseáramos satisfacer a los demás, seguro que nuestro día a día podría ser muy diferente… por algo se empieza.

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