sábado, 11 de mayo de 2019

NO SE USA LA MISMA BALANZA

                                                        Imagen: alnavirtual.es

Hace unos días me pareció escuchar a un juez decir que si se recortaban los permisos de los presos, se estaría atacando sus derechos humanos, o el aspecto humano de la cárcel, la reinserción y todo eso que aducen para justificar algo injustificable que sucede por responsabilidad del delincuente. ¡Basta ya de seguir culpándonos a todos por los fracasos de los que dictan las leyes, de los que las manejan, o de los actos delictivos de algunos!
Las leyes no pueden estar solo pensando en los que aún siguen con vida, sin atender a lo que hicieron o a las vidas que arrebataron. La victima de esos seres crueles que en su día enfundaron un cuchillo o una pistola y mataron a alguien, también tenía derechos y se los arrebataron en un instante; ya no se merecen que se haga justicia y, ¿qué será justicia para esos infelices a los que le arrancaron la vida?, ¿hay manera de hacerles justicia?, ¿acaso tiene más derechos el asesino que su víctima?
Yo he hablado de esto, bueno, quiero decir que he expresado mi opinión al respecto en otras ocasiones y de ahí no me muevo ni una baldosa. Sigo opinando que el asesino de una persona inocente vea la calle cuando su víctima lo haga. Ese es el precio por arrebatarle la vida a alguien… ¡toda la vida encerrado!, sin permisos, sin regalos de rebajas de condena, sin prisión revisable ni dicotomía ambigua, le has arrebatado la vida a alguien, no ha sido un accidente, pues te pasas el resto de tu vida encerrado, y si fuéramos inteligentes, trabajando para pagarte tu manutención, porque ningún delincuente debe estar costeado por el resto de la sociedad. Las prisiones debieran ser factorías, industrias de algo que generen dinero para no ser una carga para la sociedad. Pero como estamos en manos de gente que no dan más de sí a pesar de sus estudios, pues nos fastidiamos con lo que tenemos, con el sistema a su imagen y semejanza, o sea, que no da la talla como ellos, como todos los que nos han gobernado… arrodillados a los poderosos, cobardes e incapaces de crear según sus mentes soñaban, si es que, al menos, les dan sus cabezas para ello.
Han sabido robarnos, han sabido traicionarnos, han sabido montar un tinglado para blanquear dinero y llevárselo a paraísos fiscales y a sus cuentas. Han sabido mantenerse en la política como si de una profesión se tratase, sirviéndose de ella como colocación de por vida sin haber llegado a conocer qué es trabajar por cuenta ajena, sin experiencia fuera del margen de actuación de sus partidos, como dicen otros: sin haber dado un palo al agua en sus vidas. Han llegado a la cumbre por los años de servilismo en sus organizaciones, pero no por verdadera valía personal y profesional. En manos de gentes semejantes, tenemos lo que tenemos, no lo que nos merecemos, como dicen otros, sino lo que han sido capaces de dar de sí.
Cualquiera puede pensar en otro tipo de sociedad, cualquiera puede hacerlo, pero si cuando llegas te ponen la mano en el pescuezo y te callas como una puta, que me perdonen las señoras que hacen con su cuerpo lo que les apetezca hacer, entonces nos encontramos con una tribu de inútiles arrodillados delante de los poderosos y a sus pies para todo aquello que esa gente convenga, siguiendo la dirección que más les interese porque la recompensa se la brindan desde el minuto uno… retiro dorado en consejos de administración de sus importantes empresas, algunas de ellas anteriormente privatizadas por ser empresas estratégicas y millonariamente rentables.
Para ir finalizando, y retornando al tema en cuestión, el que la hace la tiene que pagar, y el que mata no siendo un accidente, ni defendiendo su vida o la de su familia, debe morir en la cárcel, trabajando y pagándose su estancia en prisión. Los progres que digan lo que quieran que igual me da. Seguramente, a ellos no les han quitado la vida de una hermana, de un hermano o de un padre o una madre, al juez aquel que alegremente se ponía a la defensa de los derechos humanos de los delincuentes, tampoco.

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