jueves, 8 de julio de 2021

CON TINTES COMUNISTAS

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              Si digo que no necesitamos más confrontación entre personas que habitamos el Planeta, y sí más discurrir para tomar conciencia de que lo que requerimos es vivir todos mejor, ya se alzarán las voces de los todo se lo imaginan, todo lo critican y nada hacen para que lleguemos a pensar que de verdad somos seres inteligentes. Esos mismos acaban por calificar de comunista una propuesta en la que todos salgamos adelante. Se echarán temblar, tratarán de sembrar el caos y el horror en las poblaciones, porque desde tiempos remotos ya se encargan de difundir o propagar entre todos la idea que el comunista es malo, de lo peor. No obstante, añado más, ni siquiera hace falta clasificarse, decir yo soy tal o cual, no hace falta, tan solo debemos ser coherentes y tratar al otro como a uno mismo, es la única “religión” válida. El otro es un ser humano igual que yo, así que lo que corresponde es respetarle y desearle que viva tan bien como yo, o sea, que ambos vivamos lo mejor posible, y así el otro, el otro, la otra, etc., hasta alcanzar a toda la población mundial.

            Un poco de corazón en nuestras actuaciones y pensamientos es imprescindible, el otro cuenta, el otro está ahí, comparte espacio y tiempo con nosotros. El otro es necesario tanto como lo somos nosotros, todos necesitamos reciclar nuestra mente y nuestros sentimientos. Llevan siglos programando a la ciudadanía en el miedo al pecado, en el miedo al extranjero “que viene a invadirnos”, a atentar contra nuestras vidas y todo lo que algunos han considerado es lo que tiene importancia o debe tenerla…, es solo programación. Todos debemos respetarnos para empezar, y ya ahí no tendrá cabida hacer algún daño a los demás, pero además es tremendamente lógico, de sentido común y humano que el otro tenga derecho a vivir bien como nosotros, en paz, con un medio para llevar unos ingresos suficientes a sus hogares. Es más, deberíamos darnos cuenta que cualquier lucha nuestra debe perseguir la paz y el bienestar en todos los sentidos, nos debe importar que el otro también pueda llegar a conseguir aquello que deseamos para nosotros mismos. Y para rematar la faena, si somos capaces de llegar a amar a los demás, ningún mal se puede esperar, el egoísmo, la avaricia, el odio, se derrumban, caen por falta de pilares que los sostengan, se termina el dolor y el daño mundiales, se pone fin a los grandes problemas sociales, geopolíticos de intereses por zonas estratégicas, recursos naturales, la competición tan absurda por el liderazgo de encabezar listas irracionales, rankings, si me permiten el anglicismo, dando lugar al colaboracionismo, a la inteligencia humana, al amor de especie.

            Si leyeron hasta aquí habrán comprendido que el título de este escrito crea confusión, puede resaltarse como irónico, me mueve un sentir que sitúo algo más profundo en medio de todo este maremágnum de aparente calma engañosa donde muchos solo saben hacerse paso a base de codazos y patadas; ascendiendo al tiempo que se suben a los hombros de los más humildes de este mundo, sin miramiento alguno, sin consideración ni respeto por su semejante, atacando, agrediendo, exhibiendo un trato lleno de odio y agresividad, sin apartar la vista de los billetes, de las ganancias, de la mayor rentabilidad a ser posible para ellos mismos, sin repartir con aquellos que son necesarios en la consecución de sus objetivos. ¿En qué nos diferenciamos de los animales salvajes?

 

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