Imagen: apliense.xtec.cat/prestatgeria
Hay gente que se aferra a la vida como si este instante fugaz fuera la Odisea del espacio. Paro y hago balance: el vecino que no deja de hacer ruido, el de debajo del piso de la playa que monta una terraza bajo mis balcones, el de la moto que acabo de comprar que me dice la tiene en existencia y cuando tenía que llamar para facilitarme la matrícula dice que me tiene que dar una mala noticia, hay otro vendedor que ha pagado la moto y me quedé sin ella. Organizas un pequeño viaje con mi mujer, mi hijo y su esposa, así como con los padres de mi nuera, pero te sale un trabajo y fastidio los planes de todas esas personas. Sobran intereses particulares y faltan los colectivos. Cantidad de gente no llegan al nivel mínimo aceptable de educación y respeto por los demás para asegurarnos una vida medianamente cómoda, sin tropiezos continuos, desagradables, a veces, angustiosos, irritantes, en los que nos alteramos hasta hacernos daño. Me pregunto si esto es vivir, si es la vida que todos queremos por qué nos hacemos tanto daño, por qué nos sentimos tan frágiles, por qué hay tanto rencor y odio por las calles. Por qué la maldad te la encuentras en cada esquina de tu camino. Mucha gente es muy religiosa, dice creer en un Dios, en un poder designado de tal o cual manera, con tal o cual nombre, pero lo cierto es que va por ahí como un tren mercancía cargado hasta los topes y sin frenos, arrollando a todos cuantos se cruzan con ellos.
La televisión miente, los políticos mienten, casi todos mentimos o engañamos. Muchos roban, casi todos nos hacemos daño, la gran mayoría es muy egoísta, solo ve su círculo pequeño, a esos solo les interesa su gente, su familia, pocos son capaces de ver más allá de ese círculo de seguridad familiar. Alimentamos el enfrentamiento, solo utilizamos los medios a nuestra disposición para acusar o descalificar… y esto cansa, cansa mucho. Vivir no es un chollo, es un juego lleno de obstáculo para aprender a sortearlos, es ir agotándonos poco a poco, es ir consumiendo un potencial de energía hasta desfallecer por falta de la misma. Vivir es estar expuesto al contagio actual, es una continuidad de esfuerzos, es un espacio para probar estrategias y, también, estaría bien que fuera un foro para amar y romper lazos, miedos, reglas y toda esa parafernalia social bien vista que nos conduce como si fuéramos un rebaño transportado camino del matadero. En esta vida todo se ha convertido en capital, en dinero, en inversiones, solo se habla de productividad, todo se traduce en sometimiento, amansamiento, ser bueno, pero no bueno de corazón y sentimientos, sino ser el tipo bueno diseñado oficialmente y admitido por programación.
La sociedad desalmada y agresiva casi se vio desbordada cuando los jóvenes optaron por las drogas y hacer el amor. La misma sociedad aspirante a ser un ejemplo capitalista de máxima explotación, al que llaman ser más competitiva, volvió a temblar cuando la reacción espontánea del 15M casi nos hacía despertar del letargo de la programación inducida, dejando al lado las reglas del juego de aquellos conductistas que se dedican a “lobotomizar” a la población para quitarles los recuerdos de libertad.
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