domingo, 19 de diciembre de 2021

¿COMISIONES DE INVESTIGACIÓN?

 

                                                     Imagen: www.infolibre.es

Cada vez que veo una en televisión, me hago la misma pregunta: ¿Para qué sirven? No contestan todo aquello que al compareciente le parece comprometido, y el resto lo esquiva a base de mentiras o medias verdades.

El Diputado que realiza las preguntas tiene que recordar al compareciente que está obligado a decir la verdad, pero de nuevo me pregunto: ¿Quién obliga a que la diga, dónde está el castigo si no lo hace?, o sea, que las comisiones son pura puesta en escena, parte del show político, entretenimiento que no lleva a ninguna parte. Eso sí, pienso que los asistentes deben cobrar una pasta por intervenir, y he ahí el motivo por el cuál siguen existiendo.

Para darle más enjundia, algunos partidos siempre se niegan a que se hagan ciertas comisiones de investigación. Los unos las defienden como si les fuera la vida en ello. Los otros las rechazan como si de las comisiones se fueran a revelar secretos incontables. Al fin y al cabo solo resultan una perdida de tiempo para todos, para los actores y los televidentes.

La vida política no se arregla ni con los que están, los que estuvieron antes no la arreglaron, y tampoco lo harán los que vengan, pues mientras las reglas sean inamovibles, la senda a transitar está marcada, ¿no es eso lo que pretendían los que idearon la famosa transición de la dictadura a esta simulación de democracia? Una democracia en la que el poder está en manos de una minoría política, aunque suene bien el estribillo constitucional de que la soberanía reside en el pueblo, o las leyes emanan del mismo.

Hace muchos años que los políticos se dieron cuenta que el sistema está hecho a su imagen y semejanza, ayudado por el secuestro del resto de los poderes, por la inmunidad parlamentaria que se han auto concedido, y la impunidad que resulta del secuestro de la justicia. Ellos se conceden los privilegios y mamandurrias de todo tipo: jornada laboral, tiempos de descanso o vacacional anual, salarios, ayudas para la vivienda, ayudas cuando salen de la vida política, jubilaciones con muchos menos años cotizados que el resto de los mortales, condiciones en las que quedan tras su marcha, dependiendo de los cargos ocupados: despacho, secretaria, pensión vitalicia, chófer y coche oficial, etc., eso que sepamos, porque la ciudadanía no se entera de la misa la mitad.

Y que no les engañen, este maremágnum mafioso-corrupto no se arregla con votar cada cuatro años, eso es solo parte del juego macabro de la política, eso solo sirve para perpetuar el sistema que a los políticos interesa. Nos dan bocanadas de aparente aire fresco, pero que al cabo de unos meses es igual de rancio y cargado que los aires anteriores. Nos ilusionan con un discurso, que como vemos es imposible de realizar, precisamente porque las leyes, sus leyes, impiden la reconversión total o absoluta de este sistema, tipo chiringuito, empresa de colocación de amigos y familiares de los que militan en los diferentes partidos, no digamos de aquellos individuos con cierto poder dentro de las Instituciones. En las campañas, los políticos venden humo, ilusión enlatada, proyectada, efímera, volátil, pero también estamos acostumbrados a la falta de palabra o incoherencia de la clase política.

Ellos tienen el kiosko montado y funcionando, les está rentando y abriendo futuras puertas millonarias en Consejos de Administración de empresas con las que colaboran para que las políticas deseadas por esas entidades se impongan. Después les llega el premio, el retiro dorado y millonario. La solución siempre estará en la lucha del pueblo, en la revolución de las masas, que es lo que difícilmente les cuesta contener, pero aún así, tienen a nuestros empleados: los polis y los militares, a los que darán orden para que nos dispersen a cualquier precio con tal de que su estabilidad y medio de vida, su gallina de los huevos de oro, no se vea comprometida. El camino de la violencia es uno, pero sabemos qué sucede en un ambiente así: muertos y tullidos en ambos bandos. La reacción del pueblo ha de ser concertada y de unión, una respuesta unánime contra las normas absurdas o de puro sometimiento por intereses de los que gobiernan. La ignorancia es un arma con poder, ¿qué pueden hacer contra acciones voluntarias y no violentas de un pueblo entero?, creo, que nada o casi nada. En este punto, recuerdo la revolución de Gandhi para expulsar a los ingleses de La India, una lucha no violenta, pero incesante, con unos objetivos concretos, involucrado todo el pueblo o una gran mayoría, movilizado para lograr el fin deseado. Solo así, en mi opinión, es posible derrumbar el castillo de naipes de la corrupción en el que se atrincheran los charlatanes profesionales, que han hecho de esas intervenciones tipo show: “Sálvame político”, su medio de vida.

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